miércoles, 30 de noviembre de 2016

La chica que lo tenía todo

El arranque de "La chica que lo tenía todo" directamente nos evoca el ambiente de Sex and the City; en efecto, Ani parece ser una de esas mujeres que tiene, aparentemente, una vida perfecta en la Gran Manzana: un trabajo maravilloso como redactora de una revista femenina puntera, un prometido ideal y una boda en perspectiva. No cabe duda de que parece ser una chica que lo tiene todo. Pero su realidad no es tan de color de rosa, porque Ani es una de esas muchas jóvenes mujeres de Manhattan que dedican hasta su último esfuerzo a la agotadora tarea ser perfectas, delgadas hasta la anorexia a base de alternar entre el plato menos calórico de la carta de cualquier restaurante y los atracones a escondidas a los que seguirán nuevas jornadas de abstinencia casi total. Toda su actividad emocional se centra en organizar una boda de ensueño que supere a la de todas sus conocidas recientemente casadas, a pesar de que hace ya tiempo que dejó de estar enamorada de su rico y aburrido prometido. Lo primordial en su vida es trepar uno tras otro los altos escalones del ascenso social, no quedarse atrás en las últimas tendencias de la moda, no despistarse en llevar algo que estuvo de moda hace ya tres meses y, sobre todo, lucir un tremendo anillo de pedida que abre todas las puertas de ese microcosmos superficial en el que viven. Y, por encima de todo, no engordar ni un gramo. No tardamos nada en descubrir que la novela que leemos no es tan rosa como parecía, más bien se va tiñendo de gris camino del negro más profundo Y es que tras la imagen idílica que Ani transmite al mundo se oculta un pasado turbio y una verdad que es preciso esconder bajo toneladas de glamour, de éxito y de dinero. 

El secreto que oculta Ani procede de su primera juventud, de todo lo que fue su vida antes de encumbrarse en esa élite social en la que ahora pretende permanecer. En los años de instituto Ani no era la misma, ni siquiera tenía el mismo nombre y, por supuesto, la misma talla de ropa. Tuvo que pasar por la dura etapa del instituto en la que lo primordial era ser popular, cosa que tenía difícil, partiendo de su origen familiar apenas acomodado, a pesar de que su madre luchaba por situarla en un lugar más adecuado a sus objetivos de éxito al matricularla en un instituto de un barrio muy por encima de su estatus económico. Pero la adolescencia que Ani vivió fue triste y sórdida, un ambiente en donde el abuso de alcohol y el sexo burdo eran elementos imprescindibles para encumbrarse a la cima de una supuesta popularidad. Y a pesar de ello, ella siempre siguió perteneciendo al grupo de los perdedores, de los que nunca triunfarían en la vida. Así y todo, a pesar de los sucesos que marcarían su adolescencia, Ani se esforzó por reinventarse, ajena a prejuicios morales o cualquier límite que le impida olvidar lo malo de aquellos años y salir adelante. Es incluso capaz de aprovecharse del drama que debió marcar su vida para sacar de ello la máxima rentabilidad ahora que su vida es muy distinta a la que fue.

Jessica Knoll retrata en esta novela con tremenda crudeza a esas mujeres esclavizadas por conservar la talla 36, encontrar un buen marido antes de los 30 y triunfar así de acuerdo con su escala de valores absolutamente materialista. Retrato de una supuesta vie en rose de éxito y triunfo con un trasfondo negro de sordidez y vacío, de nihilismo absoluto donde sólo vale el éxito que trasmite tu imagen y tu cartera, la opinión que de ti tengan los demás, los que envidian tu posición y desean que caigas del pedestal para poder ocupar ellos tu posición. Como decía, una novela que comienza con ritmo de historia de amor y lujo y resulta ser bastante turbia y moralmente desasosegante.

viernes, 18 de noviembre de 2016

La viuda

Toda la prensa está deseando entrevistar a Jean Taylor; acampan frente a su puerta y tratan de conseguir la exclusiva de sus primeras declaraciones. Ya la perseguían antes de que su marido falleciera pero ahora que ha quedado viuda parece que por fin es libre para contar su historia, para dar su punto de vista sobre los hechos de los que fue testigo. Pero, ¿qué es lo que tiene Jean para despertar semejante interés entre la prensa y el público? Qué pueden querer saber de esta mujer de vida anodina, sin aparente atractivo para nadie, una sencilla peluquera casada muy joven con  Glen Taylor, un marido controlador que sometía a su esposa a su absoluta voluntad en todos los aspectos de su vida. El arranque de "La viuda" de Fiona Barton es de los que te enganchan sin poder remediarlo a la lectura, de los que te crean la necesidad de enterarte de qué está pasando, qué sabe esta mujer que todos desean que cuente.

Cuando la intrépida periodista televisiva Kate Waters logra hacerse con la confianza de Jean y consigue incluso colarse en casa de la viuda y convencerla para que acceda a darle a su cadena la ansiada entrevista podremos, por fin, conocer los hechos tal y como los recuerda la pobre mujer que nos irá contando de viva voz cómo vivió todo aquello y a través de su relato vamos descubriendo su personalidad, su relación matrimonial y su punto de vista. Y descubrimos que la historia que cuenta viene referida a la implicación de su marido en la  desaparición de la pequeña Bella, una niña de dos años, a cuya investigación ha dedicado los últimos meses el detective Sparkes que sigue tras la pista de Taylor, a pesar de que no logran hallar pruebas ni indicios suficientes para demostrar sus sospechas. Durante todo el proceso contra Glen, Jean permanecerá fielmente al lado de su marido, abnegada como siempre y convencida de su inocencia, a pesar todo lo que irá descubriendo no dejará nunca de confiar en él.

La novela va narrada a través cuatro de sus protagonistas y nos cuenta el relato de los hechos desde diferentes perspectivas: la viuda en primera persona, la periodista, la madre y el inspector son las cuatro caras del drama, las distintas visiones de una historia donde se juega con la la opinión pública, la mediatización de los crímenes, el prejuicio contra el sospechoso al que se le culpa desde los medios sin haber sido juzgado y los límites morales de la prensa. Una lectura entretenida sobre mentiras, confianza y relaciones tóxicas. Muy recomendable.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Los herederos de la tierra

Llevaba años, como tantos otros lectores, deseando la publicación de la continuación de una maravillosa novela como fue "La catedral del Mar", de Ildefonso Falcones y finalmente, bastantes años después, ya tenemos aquí esta nueva novela, "Los herederos de la tierra" con la que regresamos a la Barcelona medieval y donde nos encontramos con el joven Hugo Llor, sucesor del protagonista de la anterior historia y que, como aquel, quiere convertirse en un gran maestre d'aixa, constructor de barcos en las atarazanas de la ciudad. Pero esta que se nos muestra en la novela era una época de gran incertidumbre e inseguridad, una época peligrosa sin garantías para los derechos de los humildes; nadie escapa a la tiranía de los poderosos y en esta historia los poderosos están encarnados en la familia Puig que, con el apoyo de los reyes, controlan y someten a los ciudadanos de Barcelona a su capricho y hacia los que Hugo Llor tiene una especial inquina, ya que fueron los grandes enemigos de su maestro.

La historia que cuenta la novela es una auténtica odisea en la que seguimos los pasos del protagonista y sus múltiples peripecias desde bien joven cuando, hallándose sin familia, sólo encuentra la protección de los judíos para los que trabajará y junto con los que convivirá, abandonado su sueño de ser constructor de barcos, y gracias a los que se introducirá en el mundo del vino, del cultivo de la tierra y de la venta de su producto. Así, a lo largo de los años, Hugo irá aprendiendo y amando todo lo que se refiere al proceso de cultivo y fabricación del vino, descubriendo un nuevo sueño para su futuro: ser propietario de una viña. Pero las cosas se complicarán cuando no tenga más remedio que desarrollar su trabajo a las órdenes del hombre al que más odia ocupándose de su bodega privada y quedando sometido a él. Su vida sentimental tampoco será fácil ya que no logra alcanzar la felicidad junto a la mujer a la que ama y acabará casado con otra a la que llegará a odiar, aunque eso no signifique que no acabe encontrando un nuevo amor con el que compartir su vida. También será complicada su relación con Bernat, el hijo de Arnau, su amigo de infancia al que con el tiempo también se enfrentará duramente.

La novela está magníficamente escrita, con un dominio de la narración que ya esperábamos del autor al que le reconocemos un magnífico oficio; fabulosas las descripciones de personajes, situaciones y ambientación, aunque en algunos momentos los hechos históricos que se van intecalando con la parte novelada resulten un tanto pesados. El protagonista es capaz de despertar absoluta simpatía en el lector y la novela se disfruta sin duda, aunque también tengo que reconocer que no he llegado a enamorarme de ella como ocurrió con su predecesora, "La Catedral del Mar", pero es que las comparaciones siempre son odiosas y el listón estaba muy alto, seamos sinceros. En cualquier caso, es una lectura recomendable para cualquier amante de la novela histórica.