lunes, 31 de octubre de 2016

Truly Madly Guilty

Octubre ha resultando un mes "horribilis" en lo que a lecturas se refiere: ni uno, ni dos, sino hasta tres libros llevo apartados en las últimas semanas sin poder seguir con ellos, además de sumar a ello dos lecturas terminadas y sin encontrar el ánimo para ponerme a hacer sus reseñas aquí en el blog. Y supongo yo que no puede ser siempre culpa de la falta de interés de los libros si me ha pasado con semejante frecuencia. Más bien debo de ser yo que, con el cambio de estación o vete tú a saber porqué, debo estar algo atontada, con una especie de astenia otoñal, si es que algo así existe, que me impide concentrarme en nada con un mínimo de enjundia. Así que he optado por el camino fácil: ponerme con una novela de Liane Moriarty, autora australiana que siempre me conquista con sus historias frescas, actuales, de fácil lectura y que precisamente tiene nueva obra recién publicada, "Truly Madly Guilty", que promete ser el mejor remedio para poner fin a mi pequeña crisis lectora-comentadora. Esperemos que así sea.

Entrando en materia argumental, Clementine y Erika son amigas desde la infancia; muy distintas de personalidad y entorno familiar y con una relacion difícil, mezcla de amor y de odio, de cariño, costumbre y rechazo a partes iguales. Ya adultas, ambas felizmente casadas, continúan siendo inseparables a pesar de sus diferencias. Hace un par de meses ambos matrimonios acudieron a una barbacoa improvisada en casa de los vecinos de Erika y desde ese día todo cambió: la relacion entre las amigas, con sus maridos, con los vecinos, con sus hijas... A lo largo del relato iremos conociendo, en muy controladas dosis, lo que sucedió aquel día. Al mismo tiempo iremos descubriendo el pasado de los personajes,  su situación actual, sus relaciones y sus reacciones a lo que ocurrió el día de la barbacoa y cómo ello les cambió a todos en algún sentido.

Moriarty es una reina en el manejo de la intriga, no necesariamente relacionada con casos criminales, sino más bien con situaciones corrientes de la vida familiar o doméstica de personajes de clase media de Sidney, personajes acomodados que sufren "dramas del Primer Mundo" referidos a las relaciones sociales con los vecinos, la elección del colegio adecuado para el futuro éxito de los hijos, problemas matrimoniales, el papel de la paternidad, el deseo o el rechazo a ser padres y la opinión que los demás manifiestan antes dichas elecciones, la infertilidad, asuntos cotidianos que se combinan con sentimientos como la vergüenza, el remordimiento, el peso del  pasado, las aspiraciones personales y las esperanzas frustradas y la forma de afrontarlos.

Ciertamente en ocasiones el ritmo de la historia se veía ralentizad por las vueltas que damos tratando de saber qué es lo que ocurrió el consabido día de la barbacoa, pero afortunadamente las historias que se nos van descubriendo mientras se nos desvela el principal misterio de la novela nos dan paso a una composición coral con numerosos personajes estupendamente retratados y que mantiene el interés hasta el final. Una historia ligera sobre temas de interés generalizado en el mundo actual, pero tratados con una nota de humor ácido que se agradece siempre.

miércoles, 12 de octubre de 2016

La chica del tren

Suelo ir con retraso en lo que a lecturas de novedades se refiere. Los últimos lanzamientos me suelen alcanzar cuando ya salen en edición de bolsillo, los best-sellers se van quedan atrás en mi lista de lecturas pendientes, sobrepasados por otros libros rescatados de temporadas aún más lejanas. Sólo de vez en cuando, ante la insistencia de algún buen consejo o por el generoso regalo de algún amigo, dejo todo apartado y me lanzo a la lectura de alguna novedad editorial. Pero en esta ocasión tengo que reconocer que he dejado pasar esta famosísima "La chica del tren", de Paula Hawkins, de manera totalmente voluntaria, si no la he leído antes ha sido simplemente porque no me apetecía en absoluto. Y es que suele ocurrirme que me rebelo ante estas novelas que vienen precedidas de campañas de publicidad masivas: "el libro que todo el mundo está leyendo", "el gran éxito de ventas". Soy puñetera en eso, lo sé, pero así soy yo: que todo el mundo lo lee, pues yo lo dejo para luego; me repatea estar leyendo lo mismo que todo el mundo. Aunque sepa que, tarde o temprano, acabaré leyéndolo yo también, pero ya fuera de temporada. Y así, después de pasados unos meses, cuando ya se han posado las aguas, en base a las criticas reales de la gente que lo ha leido, no a las campañas pagadas por la editorial, sino fundadas en la opinión real de mi madre, mis amigas lectoras, aquellas con las que coincido en algún grupo de Facebook y en las que confío porque sé que tenemos gustos similares o me fío de su criterio, esas opiniones son las que me llevan por fin a leer (o no) el éxito de la temporada ... o ya de la temporada pasada. Y resulta que, habitualmente, cuando ya me pongo con ello ya hay una nueva lectura imprescindible rondando por las redes y las librerías. Y nuevamente no encuentro el hueco para leerla.

Pues confesaré, después de lo expuesto, que he disfrutado mucho con la lectura de la dichosa chica del tren. Me ha parecido una novela bien construída, bien contada y con el punto justo de suspense. Así que si hay por ahí alguien de los míos que no se lanza a las novedades hasta que ha pasado un tiempo prudencial, si queda todavía en la galaxia algún lector que no haya leído esta novela, mi consejo es que lo haga, que le va a entretener bastante.

Entrando ya en materia argumental, resulta que en la vida de Rachel todo ha dado un vuelco en los últimos dos años y el alcohol ha ocupado el puesto de todo aquello que ha perdido: su trabajo, a su marido, su preciosa casa donde él continúa viviendo, ahora con su nueva esposa y su pequeña hija. Así y todo, Rachel sigue tomando el tren cada dia hasta Londres y volviendo por la tarde al piso que comparte con una antigua amiga de la Universidad, ante la que trata de pretender que nada ha cambiado. Su vida es una ruina en la que se va hundiendo más y más. Cada dia, al ir y al volver en el tren, pasa junto a la que fue su casa y observa, unas casas más allá de la suya, a una pareja que bien podrían haber sido sus vecinos; los observa al pasar, en el jardin o a través de las ventanas, y se imagina la vida que deben llevar, les ha puesto un nombre inventado y fantasea con ellos en el escaso rato en que los atisba desde las ventanas del tren en marcha. El nombre real de esa mujer es Megan y su vida no es tan idílica como Rachel imagina: insatisfecha, insomne, cargando con sufrimientos y secretos que no puede confesar a su marido, pero todo eso Rachel no lo puede saber. Y un día Megan desaparece, Rachel ve la noticia en el periódico y a partir de ahí se desata una acelerada trama donde se confunde lo que ocurrió con lo que Rachel recuerda, la cercanía de su exmarido y su nueva esposa a los que Rachel ha acosado en cierta manera, el marido de Megan que cree encontrar en Rachel una amiga en la que confiar, los policías que desconfían del testimonio de una alcohólica mentirosa... Todo se pone en contra de la protagonista y nos proporcionará unos buenos ratos de lectura en  pos de la solución de este misterio donde los trenes tienen un lugar prevalente, siguiendo la tradición británica que va desde "Asesinato en el Orient Express" hasta "Extraños en el tren nocturno" y tantas novelas en las que los trenes, sus horarios, las estaciones, son elementos fundamentales para las tramas y escenarios propicios al misterio y de los que los ingleses han sacado provecho como nadie.

jueves, 6 de octubre de 2016

Los Austrias. El vuelo del águila

¿Cuántas veces no habré declarado ya mi pasión por el periodo histórico protagonizado por los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, y sus sucesores inmediatos? Una época fascinante como la que más, donde las luchas de poder no tenían reglas, donde los pactos y las alianzas tenían los pies de barro, donde la palabra dada y el acuerdo firmado no valía nada ante un cambio de circunstancias o una opción de volverse a imponer al rival olvidando todo lo prometido y pactado, cuando los enemigos podían fácilmente unirse en alianzas contra natura en contra de un tercero en cualquier momento, los matrimonios unían reinos enemigos y las princesas eran usadas como piezas del juego político. Al margen de las ya míticas series para los amantes del relato histórico "Isabel" y "Carlos, Rey Emperador", ambas estupendas producciones nacionales de las que sentirse muy orgullosos, también he estado visualizando mentalmente a todo lo largo de la lectura de esta novela "Los Austrias. El vuelo del águila", del escritor José Luis Corral, la reciente película, esta vez en formato cinematográfico "La corona partida" que cubre precisamente el periodo que va desde Isabel hasta Carlos, el tránsito desde que la Reina Católica muere y deja sus reinos en manos de su hija Juana hasta que el hijo de esta, Carlos de Gante, se encuentra en edad y disposición de tomar bajo su mano el gobierno de los territorios que corresponden a las coronas de su madre (Castilla, León, Aragón, Nápoles, las Américas...) y de su padre (desde Flandes hasta la totalidad del Sacro Imperio Romano)

Felipe y Fernando de Aragón, yerno y suegro enfrentados por la corona de Castilla, son dos hombres muy similares: ambiciosos y lujuriosos, ambos compitiendo por la herencia de Juana de Castilla, "la Loca", reconocida como incapaz de gobernar pero que conservaría su título de reina de Castilla durante muchos decenios, sobreviviendo a los dos hombres que anhelaban dominar los territorios que le legó su madre, la reina Isabel. Así que encontramos al rey Fernando enfrentándose contra enemigos dentro de su propia familia, con los vecinos europeos, también dentro de sus propias fronteras ya que los nobles castellanos se resisten a ser gobernados por un"extranjero", como le siguen considerado a pesar de que durante más de treinta años ha sido su rey, ha conquistado Granada para Castilla y ha ampliado sus fronteras mas allá del océano con los territorios descubiertos por Cristóbal Colón. Pero todo esto nunca será demasiado para Fernando, el gran protagonista de la época, el estratega puro, modelo en que se inspiró "El Príncipe" del italiano Niccolo Maquiavelo, el gobernante sin escrúpulos ni concesiones, que ata y desata, promete sin intención de cumplir su palabra y elimina a quien se interponga en su camino hacia el poder.
"A sus agudos ojos, la cristiandad se mostraba como un gran tablero en el que reyes, príncipes, princesas, caballeros y damas eran las fichas y él quien las movía a su antojo."
Maximiliano de Austria, el Papa Julio II, el rey de Francia... por la novela discurren grandes personajes, protagonistas inmensos de estos años revueltos, de un todos contra todos, un tutum revolutum de alianzas, traiciones, pactos y engaños donde nadie se fía de nadie y todos necesitan el apoyo de los demás.
"Eran reyes y papas, pero se comportaban como tahúres de taberna, haciendo cuantas trampas podían para acrecentar su poder, su riqueza y sus dominios. Se escribían cartas en las que se trataban con la cortesía propia de los caballeros y se dirigían unos a otros con apelativos como «hermano» o «primo», pero, si se les hubiera presentado la menor oportunidad, se hubieran acuchillado unos a otros por la espalda sin ningún reparo."
Al lado de los grandes personajes, tenemos también un personaje mas discreto: el médico Pedro Losantos, judío converso al servicio del rey Fernando que nos va mostrando la visión de los hechos desde la perspectiva de un ciudadano de a pie que convive con los poderosos. De su mano nos acercamos al lado mismo del rey y conocemos algunos de sus asuntos más humanos, como sus enfermedades, algunas de sus maquinaciones políticas y sobre todo, su obsesión por lograr que su segunda y joven esposa, la sobrina del rey francés, Germana de Foix, quede embarazada del que sería heredero de la corona de Aragón, de modo que esta no pase a manos de Carlos, su lejano y desconocido nieto mayor. 

Está claro que los hechos que nos cuenta este libro son ya bien conocidos para todos, mil veces revisitados, pero siguen resultando fascinantes una y otra vez y cuando además están bien contados como es el caso de esta novela, se vuelve a disfrutar con ellos como si fuera la primera vez.