miércoles, 24 de febrero de 2016

La casa de la alegría

No hay duda de que Edith Wharton es la gran retratista de la alta sociedad neoyorkina de finales del siglo XIX y principios del XX. "La casa de la alegría" es, posiblemente junto con "La edad de la inocencia", su novela más popular, uno de los mejores retratos de ese mundo complejo y elitista a partes iguales. La propia autora vivió en esta jaula de oro en la que tan duro era cumplir con los estándares establecidos como la posibilidad de no estar a la altura y ser expulsado de ella. Se nota en la pasión con que retrata las circunstancias que se plantean a lo largo de la novela que no se trata de hablar de oídas, sino que sabe lo que está contando.

La protagonista de esta novela es la joven Lily Bart, casi una advenediza en el mundo de la clase alta de la gran ciudad; procedente de una familia con frecuentes dificultades económicas, con un padre constantemente esforzado por hacer posible el nivel de gasto que colme las aspiraciones sociales de su esposa, ambiciosa mujer que confía plenamente en que la gran belleza de su única hija será suficiente para compensar su ausencia de fortuna a la hora de asegurarse un matrimonio favorable. Cuando ambos padres fallecen, Lily queda al cuidado de su tía viuda que le permite el acceso al entorno de las mejores familias y de las grandes fortunas, una sociedad en donde la misión fundamental de la joven será alcanzar ese enlace afortunado que le permita no tener que sufrir más por las facturas que se acumulan en el escritorio ni por los gastos a los que no se ve capaz de renunciar. Pero Lily quiere tenerlo todo en este mundo y lucha entre la necesidad de encontrar un marido inmensamente rico y que esto a su vez no le suponga tener que conformarse con una vida de aburrimiento y corrección, futuro personificado en el adinerado Percy Gryce, insulso y pusilánime a pesar de su gran fortuna. Lily siente que sería más feliz con el interesante y divertido Lawrence Selden, de amena conversación y mucho más apuesto y atractivo. Esta indecisión constante, este no querer renunciar a nada, la creencia de que será capaz de encontrar la persona con la que tenerlo todo, fortuna y amor verdadero, le hará perder algunas buenas oportunidades y se aproxima a una edad en la que pronto dejará de ser considerada una jovencita adorable. Se sabe con razón dotada de más gracia e inteligencia que otras jóvenes que tienen, sin embargo, a su favor una amplia fortuna familiar, pero confía en que su belleza y encanto serán siempre bazas a su favor para lograr su objetivo, si bien ha de enfrentarse a duras imposiciones como el cumplir con las complejas normas e imposiciones sociales que no admiten los gastos excesivos, las deudas de juego, o cualquier sombra sobre la fama de una dama. Lily no se conformará con una vida modesta iluminada de lejos por el esplendor de sus amigos ricos y poderosos que la acogen como compañía amena o animadora de cualquier fiesta, la joven bella y graciosa que cualquiera desea frecuentar pero que no acaba siendo una de ellos; ella sabe que merece formar parte de pleno derecho de esa élite rica, no concibe la posibilidad de ser expulsada de ese paraíso al que su escasez de medios le dificulta pertenecer pero sus propias expectativas y educación le impiden plantearse la posibilidad de no formar parte del mismo.

Es interesantísimo profundizar a través de esta historia en la psicología y la mentalidad de las mujeres sometidas a las estrictas normas y moralidad de la clase dominante, no siendo libres para decidir con quién casarse ni cómo llevar a delante su vida, so pena de ser expulsadas de su círculo social; no conciben la posibilidad de llevar una vida que no sea acomodada y a la vez llena de obligaciones que suponen abundantes gastos obligados por la exigencia de lucir siempre a la moda, los últimos modelos en vestidos y sombreros, poder frecuentar las fiestas, los veraneos en las grandes mansiones, las partidas de bridge, elementos tan fundamentales en la configuración de quienes son y del modo en que el mundo las ve. Pero a la vez no deben despertar la mas mínima sospecha de nos ser absolutamente indudables en cuanto a su moralidad ni sus intenciones. Es de destacar la figura de las madres que maquinan y calculan incansables en su principal tarea vital: colocar a sus hijas casaderas del mejor modo posible, emparentando con buenas familias que al tiempo garanticen la seguridad material. Y aparece también la figura del nuevo rico, del advenedizo que se introduce en la sociedad a base de dinero y debe encontrar su lugar en ese mundo que le acoge y adula por su fortuna y al mismo tiempo le desprecia por su falta de abolengo. La novela llega a convertirse en ocasiones en un retrato asfixiante de una sociedad donde se deben cumplir con implacables y rigurosas normas no escritas y donde la apariencia y la riqueza preocupan sobre todo a quienes carecen de rentas suficientes para mantener el nivel esperado y deben aparentar y sonreir a pesar de todo. 

2 comentarios:

  1. Mucho tiempo lleva este libro entre mis pendientes. Por lo que cuentas, me va a gustar mucho cuando lo lea. A ver si consigo que sea pronto.
    Besotes!!!

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    1. Edith Wharton nunca defrauda y esta es de sus mejores novelas, así que, adelante con ella!
      Saludos.

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