lunes, 25 de mayo de 2015

La camarera de Bach

La protagonista que da título a esta novela de Antonio Gómez Rufo, "La camarera de Bach" se llama Madlene Findelkind (apellido que equivaldría al castellano Expósito y que designa, al igual que lo hace en nuestro idioma, a los niños sin padre conocido) y es una huérfana criada en un orfanato de Leipzig que con tan sólo trece años entra a trabajar al servicio del anciano compositor Johan Sebastian Bach. A la muerte del músico y debido a las envidias de la hija del compositor, Madlene acaba en la cárcel falsamente acusada de robo. Allí descubrirá que se encuentra embarazada y conocerá años de penurias y miseria que terminarán gracias a la intervención de Friedrich, uno de los hijos de Bach, que está obsesionado por convertir a la joven en su amante desde que la conoció en casa del compositor. Si bien Madlene no acepta los requerimientos de Friedrich, éste le ayudará a obtener la libertad y a tratar de iniciar una nueva vida, aunque sin dejar nunca de pretenderla tratando de convencerla de sus propósitos.

Las cosas parecen mejorar para Madlene cuando llega a Viena, gran ciudad de espléndida arquitectura y activa vida social que fascinarán a la joven que entra a trabajar al servicio del duque Losenstein con el que iniciará una desigual relación, ya que el noble la convierte en musa de sus cuadros y al tiempo la pasea como acompañante, lo mismo a la ópera que a misa de domingo en la catedral, ante el estupor de sus conciudadanos, terminando por convertirla en su esposa, poco antes de morir. Una vez convertida en viuda adinerada pero rechazada por la sociedad, marcha a Francia donde tratará de iniciar una nueva vida.

La novela tiene como punto fuerte una muy buena ambientación histórica: las ciudades alemanas, austriacas, París y su sociedad están muy bien retratadas en el contexto de los acontecimientos internacionales que se nos van contando al hilo del argumento central de la novela. También los triste pasajes de la estancia cárcel y, en general, las descripciones de las crueles condiciones de vida de las clases más desfavorecidas sumidas en la miseria resultan muy ilustrativas, siendo contadas con acierto y realismo. Las grandes dificultades e incontables injusticias que la vida plantea a los más pobres de la sociedad, la práctica imposibilidad de que una mujer sola, sin familia ni recursos, pueda salir adelante decentemente en una sociedad donde resultaba tan difícil encontrar medios de subsistencia honrados, todo esto resulta convincente y veraz.

Es por ello que me resulte poco creíble, y aquí viene la parte más crítica de mi comentario sobre la novela, la manera en que el narrador nos describe a la protagonista como una mujer inteligente y deseosa de progresar en la vida, como una mujer de elevada moral y centrada en su interés por aprender a leer. Sin embargo una cosa es lo que se nos cuenta de ella y otra cosa es lo que yo he interpretado por lo que he visto en la joven Madlene: ni los orígenes, ni la educación, ni la posición en la sociedad ni tan siquiera el propio comportamiento de Madlene la presentan como una mujer brillante; nada hace creíble que pueda salir de la nada y elevarse socialmente por sus propios medios: Madlene es abandonada nada más nacer y se cría en un orfanato del que sale para servir de camarera. Carece de cualquier formación cultural o profesional, su actitud es de sumisión hacia sus empleadores, de aceptación de las humillaciones a las que se ve sometida y de acatamiento ante las desgracias que la vida le va planteando. No acabo de creer en la idea de la mujer hecha a sí misma en la estratificada sociedad centroeuropea del siglo XVIII, y menos tratándose de esta protagonista en concreto, a la cual en ningún momento se la puede ver como una persona especialmente despierta ni decidida, más bien la describiría como voluble e inconstante en sus decisiones, casta y enamoradiza a partes iguales. Me resulta poco creíble que a una sirvienta un duque la trate como a un igual nada más conocerla, que un acomodado noble la convierta en su esposa, que se vea convertida en la primera mujer iluminada por las luces de la Ilustración, por las ideas de igualdad y equidad, una especie de proto-feminista autodidacta.

Por todo esto, concluyo que mi valoración final de la novela es agridulce: por una parte la peripecia vital de Madlene podría resultar apasionante, incluso pudiera resultar creíble una heroína salida de la nada que revoluciona su tiempo, pero no me la creo en la Madlene Findelkind que yo he conocido en esta novela, que comenzó con una brillante promesa de novela histórica pero evolucionó hacia novela romántica demasiado edulcorada.

lunes, 18 de mayo de 2015

Y de repente Teresa

La de Santa Teresa de Jesús es una de esas figuras que despiertan el interés no sólo desde el punto de vida religioso o espiritual, sino también como personaje histórico que despuntó por encima de sus coetáneos en una época en que no era fácil ser mujer y menos aún manifestar ideas propia, apartadas de la norma o intentar cambiar las estructuras establecidas y enfrentarse o tratar de cambiar la Iglesia desde dentro, llevándola a un estado más centrado en la espiritualidad y el servicio. Y Teresa de Cepeda y Ahumada hizo todo eso y más aún, lo que provocó que se despertaran contra ella recelos y dudas. Así que en estas fechas en que se la conmemora por cumplirse cinco siglos de su nacimiento, no he querido perder la ocasión de acercarme al personaje y conocer más de su vida y obra. Me pareció que Jesús Sánchez Adalid era un autor adecuado para acercarnos a la santa de Ávila, ya que, además de tratarse de un afamado autor de novelas históricas, es sacerdote y conocedor, por tanto, de la doctrina católica, por lo que consideré que sería capaz de presentar con acierto y veracidad los distintos aspectos de la mujer, la religiosa y la pensadora, proporcionando un retrato bien completo de la santa castellana.

En "Y de repente, Teresa" una de las cosas que me sorprendieron, en principio, es que la santa no es, al menos durante muchas páginas, la protagonista principal de la narración. De hecho, tarda bastante tiempo en aparecer en escena, ni tan siquiera es citada durante muchos capítulos. El protagonista auténtico de la novela es un joven monje dominico que es nombrado por la Inquisición para investigar, acompañado de un caballero de la orden de Alcántara, a una serie de religiosos, los llamados "alumbrados", un grupo herético compuesto por presuntos santos en vida, monjes ascetas, monjas iluminadas que pretenden en realidad hacerse con el favor del pueblo, de los nobles, alcanzando incluso de los reyes,a base de supuestas visiones, trances y demás experiencias supuestamente místicas. Y confundida entre esas figuras de dudosa veracidad aparece la de Teresa de Ávila, una religiosa que divide a los inquisidores entre los que dudan sobre la certeza de su fe, sobre el posible carácter herético de sus escritos y los que la consideran una verdadera santa en vida, con unas experiencias espirituales verdaderamente excepcionales. Conoceremos así a la santa a través de los ojos de los inquisidores que la investigan, de manera que no se nos presenta una visión completa de su vida y obra, sino de un aspecto de su persona en lo que se refiere a las dudas que su religiosidad plantearon y las diversas investigaciones que se realizaron en torno a ella.

Desde el punto de vista histórico, La Santa Inquisición aparece en la novela, no tanto como la temible institución cruel y obsesionada con desenmascarar falsos conversos que solemos encontrarnos en muchos libros, sino que en esta ocasión la historia se centra más en el esfuerzo que debió realizar la institución en la época histórica en la que se desarrolla la acción, por conservar los dogmas del catolicismo, amenazados desde Europa donde triunfan las corrientes protestantes calvinistas y luteranas y también desde el interior de la propia iglesia católica por parte de quienes pretenden engañar a los fieles con falsas creencias para su propio beneficio material. Se presenta así mismo de forma muy acertada el trasfondo histórico de la época en la que nos situamos, del papel de los reyes Carlos V y Felipe II en lo referente a la defensa de la fe en los amplios territorios que abarcaba por entonces el imperio español, las tensiones políticas y también religiosas con las que deben enfrentarse.

El estilo de la novela asemeja de alguna manera al de las novelas de la época en que se desarrolla la acción: el lenguaje y la estructura son arcaicos, no sólo la expresión hablada de los personajes sino también la manera de expresarse del narrador, lo que nos mete más de lleno en el entorno histórico en que nos ubicamos. También es cierto que el relato cae en ocasiones en un tono excesivamente didáctico debido a que, si bien el libro está muy documentado, reflejando abundantes informes, declaraciones extraídas de los procesos e investigaciones, tal vez precisamente por ello adolece por momentos de agilidad en el ritmo narrativo, los largos soliloquios teóricos sobre cuestiones históricas o de doctrina religiosa evita que fluya el relato con mayor soltura. He encontrado a faltar un mayor acercamiento a la figura humana de una santa que, antes de nada, era una mujer llana y de fuerte carácter y claras convicciones que en ocasiones se confunden con soberbia o autoritarismo por aquellos que la trataron. En realidad casi todo lo que la novela nos cuenta de ella es a través de testimonios de otros, declaraciones, juicios u opiniones, pero me quedo con ganas de conocerla más de cerca y de oír su historia contada de su propia boca. En cualquier caso, queda retratada la santa como una mujer que estaba completamente en contacto con el mundo y su realidad y que a la vez gozaba de una extraordinaria conexión directa con la divinidad y una forma particular e intensa de vivencia religiosa. Un personaje que no se agota, de ningún modo, en una sola novela y que merece la pena seguir conociendo por otros medios.

martes, 12 de mayo de 2015

Carthage

Tengo que seguir agradeciendo a mi nuevo grupo de lectura de Facebook el que me esté haciendo conocer libros y autores que de otro modo tal vez nunca hubiera llegado a leer. Mi lista de libros pendientes es tan larga que me cuesta salirme de ella si no es por la "obligación" que me impone este grupo de introducir nuevas lecturas para participar, posteriormente, de la puesta en común de nuestras respectivas opiniones. Reconozco que no he cumplido con el cien por cien de las propuestas realizadas, pero aquellas a las que me he apuntado me han resultado, hasta el momento, absolutamente enriquecedoras. Y este es el caso de esta novela de Joyce Carol Oates, autora norteamericana muy renombrada pero a la que, lo reconozco, me daba cierto miedo aproximarme, ya que tenía una idea de que frecuenta temáticas más bien crudas e inquietantes. No puedo comparar, por tanto, esta novela con el resto de la producción literaria de la autora, pero sí me ha parecido que en esta "Carthage" Oates se muestra como una narradora magistral, con enorme interés por los problemas sociales de su país y capaz de retratar con viveza y profundidad tanto la sociedad actual como la psicología de sus personajes.

La historia de la novela gira en torno a desaparición de la joven Cressida Mayfield en las cercanías de Carthage, una pequeña localidad al norte del estado de Nueva York. El principal sospechoso de la desaparición es el cabo Brett Kincaid, un excombatiente herido en Iraq y, para más inri, ex prometido de Juliet, hermana mayor de la desaparecida. La desaparición moviliza al pueblo, encabezado por Zeno Mayfield, padre de la joven, un hombre arrogante y dominante, acostumbrado a controlarlo todo, en especial a su familia.

Toda la familia Mayfield es protagonista de la novela, en la que se disecciona la personalidad de cada personaje contando la desaparición de Cressida desde los diferentes puntos de vista. Empezando por las hermanas, tan distintas entre sí: Juliet es "la guapa", la buena hija, adaptada y querida por todos, prometida con el cabo Brett Kincaid, frecuenta la iglesia y trata de hacer la vida más fácil a todos. Y luego está Cressida, "la lista", más inteligente que la mayoría pero inadaptada socialmente, se etiqueta a sí misma como "la fea" en contraposición con su hermana a la que envidia sin querer reconocerlo. Cressida es menuda y de aspecto aniñado, infantil incluso en su comportamiento y en sus relaciones sociales casi inexistentes. 

También Arlette, la madre de las jóvenes, así como Kincaid y su madre, caen bajo el punto de mira de la autora que nos narra las primeras horas de la búsqueda y la detención del cabo como sospechoso de la desaparición de Cressida.

Entramos posteriormente en un paréntesis narrativo, un salto en el tiempo y el lugar donde descubrimos lo que ha ocurrido en los años posteriores a la desaparición. Nos encontramos con un relato con elementos más sórdidos, donde se nos muestra una Norteamérica donde malviven los excombatientes, donde se mimetizan con la nada personas sin familia, sin pasado ni futuro y donde nos dan una visión cruda del mundo carcelario, de todo lo que rodea a la pena de muerte, la miseria de los desfavorecidos que son condenados y se convierten en la escoria de la sociedad, si no lo eran ya previamente y por ello acabaron donde acabaron. En esa segunda parte de la novela nos acercaremos además a la atormentada figura de Cressida, a su personalidad y al modo en que pretende despreciar a los demás y mostrar su autosuficiencia cuando lo que más desea, aún sin reconocérselo a sí misma, es ser aceptada y querida. Pero su pose ante el mundo es de negatividad y retraimiento. Y sabremos cómo ese rencor contra el mundo no le permite aceptar el modo en que arrastró en su infelicidad a todos los que la rodeaban.

Con la tercera parte de la novela volvemos a Carthage. Recorreremos los efectos que la desaparición de Cressida tuvo en su entorno. Nos acercamos a la figura de Kincaid, el que fue joven prometedor y brillante hasta que la guerra de Iraq lo convirtió en un desecho, que ahora siente que merece el castigo por lo que hizo, desea ser castigado aunque su mente perturbada no le permita tener muy claro qué es lo que realmente hizo, sólo Ethel, su furiosa madre, confía ciegamente en su inocencia y da la cara ante el mundo defendiéndolo. Conocemos cómo Zeno, Arlette y Juliet sobrellevaron cada uno a su manera el cataclismo que supuso la desaparición de Cressida, la aceptación o la negación de su muerte, el anhelo de superación o de olvido o de venganza, cada uno a su modo se enfrentan a la desgracia lo mejor que pueden, pero todos coinciden en que nunca nada volvió a ser igual.

La novela es, sin duda, una lectura apasionante, que engancha, no ya por el deseo de conocer la verdad de lo que ocurrió, que se nos va mostrando poco a poco, sino por profundizar en la manera en que cada personaje vive el drama, cómo se enfrentan con el dolor, la culpa, el amor a los demás y la propia conciencia. Si bien en la parte más concerniente a la critica social se pierde algo de ritmo narrativo con respecto a lo que es propiamente la trama de la desaparición, en general la novela es, en su conjunto, una buena muestra de la capacidad de aunar la buena literatura con el agudo retrato de la sociedad norteamericana. De ahí que no me queda más remedio que apuntar a Oates en la interminable lista de autores a tener en cuenta para seguir conociendo en el futuro.

jueves, 7 de mayo de 2015

La nieta del señor Linh

Conocí Philippe Claudel a través de su novela "Almas grises", con la que quedé completamente cautivada. De ahí que tuviera en mente seguir conociendo su obra en cuanto me fuera posible y esta novela "La nieta del señor Linh" es la que más frecuentemente encontraba entre las recomendaciones de otros lectores. Se trata de una novela muy breve donde se nos cuenta cómo el anciano Señor Linh se ve obligado a abandonar su país en un barco que lo llevará lejos de la guerra con la única compañía de su pequeña nieta Sang Diu. El abuelo no se separa ni un momento del bebé, una niña de pocas semanas que acompaña tranquilamente a su abuelo, sin apenas molestarle ni llorar. Llegado al nuevo país donde será refugiado, el señor Linh se encuentra con una ciudad desconocida, con unos paisajes y unas costumbres totalmente diferentes de lo que conoció en su aldea natal donde vivía una vida rural, entre arrozales, casas construidas sobre pilares, el bosque y el río. Un lugar donde todos eran familia, donde todos se conocían, en contraste con este nuevo país donde todo es nuevo y extraño.

Alojado en un piso acogida donde convive con otras familias compatriotas, el señor Linh no se relaciona con nadie, sólo se ocupa de su pequeña nieta, a la que lleva constantemente en brazos y con la que se aventura, finalmente, a salir a pasear y conocer las calles que rodean su domicilio. En uno de estos paseos conoce al señor Bark, un hombre grande y solitario como él con el que inicia un diálogo imposible ya que ninguno conoce el idioma del otro, pero son capaces de comunicarse a pesar de ello por medio de los afectos, reconociéndose el uno al otro como dos hombres solos, inmigrante el uno y viudo reciente el otro. Traban así una entrañable amistad mediante la cual consiguen entenderse por encima del idioma y ofrecerse mutua compañía.

La historia es bien sencilla, con escasos personajes y pocos acontecimientos, con un lenguaje simple y depurado. Se trata más bien de un cuento largo cuyo final nos sorprenderá y nos hará ver lo importante que es para las personas el sentirse acompañados, el sentir que son necesarios para otras personas, la manera en que la vida sigue adelante cuando entendemos que somos de utilidad a otros.

No puedo decir que, en mi opinión, esta obra supere a "Almas grises" pero sí es una historia emotiva que tocará el corazón de quien la conozca. Y eso no es poca cosa, está claro. 

viernes, 1 de mayo de 2015

Hombres buenos

Hace bastantes años que no tenía ente las manos una novela de Arturo Pérez-Reverte, autor que, por otro lado, me ha dado abundantes alegrías lectoras en otros tiempos. La razón de tal abandono se debe, sobre todo, a que la serie Alatriste no logró atraerme suficientemente, pero basándome en el buen recuerdo de tantas otras novelas suyas que he disfrutado con anterioridad, me lancé con bastante buen ánimo a la lectura de estos "Hombres buenos" de reciente publicación. Confieso que en la página 20 ya estaba enamorada. Pérez-Reverte comienza su relato colándonos dentro de la Real Academia de la Lengua, permitiéndonos codearnos con los mismísimos académicos, siguiendo el relato del narrador que es, casualmente, un escritor que no se nos dice que sea Pérez-Reverte, aunque se le parece mucho y que cita sus auténticas obras con títulos ficticios. Así que comienzo con muy bien pie esta obra que mezcla aventura, actualidad, historia y amor por la cultura y los libros.

El argumento de la novela se basa en la misión que a finales del siglo XVIII se encomendó, por parte de la RAE, a dos de sus miembros, dos "hombres buenos" elegidos de entre los académicos y que resultaron ser el bibliotecario D. Hermógenes Molina y el almirante D. Pedro Zárate, de traer a España los 28 ejemplares de la primera edición de la Encyclopédie francesa, máximo exponente del avance intelectual de la época, del triunfo razón y libertad hombre que iluminaría los años futuros. La Ilustración, en definitiva, que costaría mucho esfuerzo hacer llegar a una España sometida al poder de la Monarquía y la Iglesia. Pero esta misión no estará bien vista por todos los académicos. Por razones diversas, hay sectores intelectuales que se niegan a que la luz de la Enciclopedia ilumine la razón de los españoles y es por ello que la misión se verá amenazada por la acción oculta estos sectores por medio de la acción de Pascual Raposo, mercenario contratado por los enemigos del plan para hacer fracasar la misión.

El arriesgado viaje de académicos los llevará hasta el París prerrevolucionario donde conviven las ideas innovadoras de los filósofos ilustrados, los mundanos lujos de la aristocracia y la extrema miseria de las clases desfavorecidas. De la mano del abate Bringas, un español exaltado y radical, partidario acérrimo de la Revolución y exiliado en Francia, los académicos iniciarán la búsqueda de los libros y al tiempo se pasearán por los distintos ambientes de la ciudad.

El relato está puntuado por frecuentes intervenciones del propio autor en las que se nos va mostrando el proceso de creación de la novela, los mecanismos del oficio de escritor. Desde la inspiración de la que surgió el germen de la historia que se nos cuenta, el autor recorre el camino que lleva a los protagonistas desde Madrid hasta París y nos va haciendo partícipes de su proceso de documentación, el estudio de mapas y publicaciones de la época, sus conversaciones con interesantísimos personajes reales, especialistas en diversos ámbitos y materias, como Carmen Iglesias o el profesor Francisco Rico, que le ilustran y asesoran en la recreación lo más fidedigna posible del siglo XVIII español y francés. Constantemente se mantienen los dos planos del relato de manera que el autor nos va aclarando términos, introduciendo la época y los escenarios, aportando datos históricos y apuntes complementarios que enriquecen y hacen la lectura más interesante y completa facilitando al lector la inmersión total en la aventura.

Se combinan así el presente y el pasado, personajes reales y ficticios, actuales e históricos, con una agilidad narrativa increíble, con un ritmo ligero, salpicado de numerosos juegos metaliterarios que nos sumergen dentro de todo un mundo de libros, libreros, lingüistas y amantes de las letras en general. El resultado es una viva estampa de la época en la que a España no llegó la Ilustración, a pesar del esfuerzo de aquellos que abogaban por la necesidad de extender la educación a toda la población, no permitiendo el sometimiento absoluto a la Iglesia. Incluso contando con un rey de mente abierta como fue Carlos III, preocupado por mejorar las condiciones del pueblo, desde las obras públicas a la educación, las complejidades políticas y los intereses de muchos, las luchas en las colonias americanas, los conflictos con Inglaterra por Gibraltar y Menorca y otros tantos problemas políticos y militares no le permitieron centrarse en mejorar las condiciones de vida de la población. No deja, sin embargo, el autor de ensalzar, en boca de los personajes, la grandeza de la cultura española, de las grandes figuras de la literatura que brillaron durante el Siglo de Oro y que todavía en el momento en que transcurre la acción iluminan y sirven de motivo para ensalzar la grandeza de la cultura española, aún en contraste con la incapacidad de los gobernantes de extender ese brillo al común de la población.

En definitiva, esta es una novela que me ha hecho disfrutar muchísimo y que enamorará fácilmente a todos los amantes de la Historia y de la buena literatura. Una apuesta segura, lo puedo garantizar.