lunes, 13 de octubre de 2014

Me hallará la muerte

Hacía mucho tiempo que no leía nada de Juan Manuel de Prada de quien guardaba buen recuerdo, aunque ya algo difuso, de libros anteriores. Con esta última novela "Me hallará la muerte" me he reencontrado con su estilo rico e intensamente descriptivo, con su sorprendente adjetivación y con su forma de escribir que podríamos decir que se encuentra en las antípodas del minimalismo.

En el libro que nos ocupa, el protagonista, Antonio Expósito, es un joven sin oficio, familia ni futuro, un maleante de medio pelo que malvive en el Madrid de los crudos años de la posguerra del trapicheo, el hurto y demás triquiñuelas. Cuando su último golpe fracasa y acaba matando a un hombre, Antonio se ve obligado a huir y no se le ocurre mejor opción que alistarse para luchar en la División Azul y marchar al frente ruso en plena guerra mundial. Allí encontrará a tantos otros jóvenes que se han alistado como él, para huir de una condena o de una vida mísera, razones mucho más prosaicas, sin duda, que el patriotismo y el fanatismo ideológico de los que les arengan a luchar contra el comunismo sin moverse de sus cómodos sillones; todos ellos huyen hacia la guerra, a expiar sus culpas bajo la promesa de que “un valiente no le debe nada a nadie”. Allí, en el campo de batalla, tratarán de obtener una gloria que limpie su pasado y descubrirán un código de honor que no existe en la vida civil. En Rusia Antonio conocerá a Gabriel Mendoza, su oficial al mando, tal vez el único hombre íntegro y leal a sus ideales en muchos kilómetros a la redonda. Tras pasar enormes desgracias en la guerra y como prisionero de los rusos, Antonio regresará a España donde se debatirá entre asumir una nueva vida, una nueva identidad que promete ser brillante, o recuperar lo más preciado que abandonó al marchar: una mujer que aún le quita el sueño. No tardará en comprobar que cuando una mentira se pone en marcha es difícil de parar, crece como una bola de nieve arrastrando todo a su paso.

Destacar, como es habitual en el autor, el vocabulario riquísimo y cultivado que emplea a todo lo largo del relato, con numerosos vocablos y expresiones castizas y anticuadas, de jergas diversas y culturismos en ocasiones desfasados, pero que crean unas potentes imágenes con unas descripciones acertadísimas plagadas de metáforas que densifican la lectura, la cargan de matices, transmiten las sensaciones con más agudeza, llevándote a leer con algo más detenimiento, desviando en ocasiones la atención del fondo de lo que se lee a la forma en la que está escrito. Reconozco que me ha costado seguir adelante muchas veces, que no es una novela que se pueda leer a la ligera, que no es una lectura fácil, sino de las que requieren tiempo y dedicación. Y esa riqueza lo mismo puede resultar de agradecer por la calidad de la prosa que convertirse en una rémora que ralentice la lectura, dependerá seguramente del ánimo y el humor del lector y de lo que conecte con la historia y sus personajes.

Lo que sí logra De Prada es trasladarnos a los mismísimos paisajes fríos y desolados de Rusia que dibuja con sus crudas descripciones del campo de batalla y del ambiente desesperado de los que saben que están perdiendo la guerra y, para más inri, entregando sus vidas por una causa que no es la suya. El cuadro que realiza de la guerra es desgarrador, muestra la inutilidad de esta, el desperdicio de vidas que supone, la crueldad de las muertes en el campo de batalla. Abundan las escenas cargadas de deshumanización y odio también en los campos de prisioneros que se me han hecho muy complicadas de leer por su crudeza, al tiempo que me mantenían enganchada por su viveza y realismo. Por lo que se refiere a su retrato de la sociedad madrileña de los años de la posguerra, refleja un ambiente sofocante y sórdido, cargado de tristeza y miseria económica y moral. 
"una ciudad demasiado angosta para los sueños, demasiado aturdida de ambiciones y banalidad"
Una imagen crudamente realista y excesivamente pesimista y chusca de aquellos años de escasez y penurias, de supervivientes, maleantes y buscavidas, de hipocresía de los que sustituyen la ideología y los principios por el arribismo y la falsa moral. Demasiadas sombras y pocos elementos positivos en esta España que nos propone De Prada.

Una lectura, en fin, no apta para todos, no adecuada para quien busque una lectura de evasión y relajo pero sí para quien quiera disfrutar de una prosa riquísima, de una magnífica pluma que, por eso mismo, escarba demasiado hondo, tal vez, en la naturaleza de las personas. Un magnífico envoltorio para un contenido más bien triste con una visión excesivamente pesimista de la especie humana.

10 comentarios:

  1. Buf sé que son prejuicios absurdos pero no puedo con este autor y no creo que lea nada de él al menos por ahora aunque sé que puedo perderme historias buenas. Muchos besos.

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    1. Te reconozco que a mí me pasa igual con algunos autores, incluso enormemente renombrados, que de principio ya les tengo ojeriza por algún motivo y no me decido a ponerme con ellos. En fin, hay muchos otros libros en el mundo par dedicarles nuestro tiempo, tampoco pasa nada.
      Saludos.

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  2. Me pasa como a Goizeder, que no puedo con este autor. Además, de él leí hace años La tempestad, y me gustó lo justito.
    Besotes!!!

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    1. Te diré que de La tempestad, aunque lo leí hace muchísimo, guardo muy buen recuerdo. Esta novela, en cambio, me ha resultado más pesada de leer, no te lo niego. De todos modos, no le dejo de reconocer su buen oficio como escritor y el dominio que tiene del lenguaje. Pero no nos puede gustar a todos lo mismo, eso está claro.
      Saludos.

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  3. El otro día leía que Prada es un escritor que se comió a otro, pues es la única forma en que puede estar tan lleno de palabras.
    Y algo sí pasa con sus libros, son densos y para leer con calma. Pero, bajo mi punto de vista, una lectura fantástica.
    Este ya lo leí, ahora estoy deseando pillar el nuevo
    Besos

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    1. Ja,ja,ja!!! Algo de eso debe de ser, porque no entiendo que quepa tanto vocabulario en una sola persona. Pero coincido contigo en que las suyas son novelas densas para leer con calma. Totalmente de acuerdo.
      Yo esperaré algún tiempo para ponerme con la última, que tengo que "desintoxicarme" un poco mentalmente de esta para retomarlo de nuevo.
      Saludos.

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  4. Demasiada adjetivación puede resultar cansina aunque reconozco que esa 'verborrea' rica y densa me encanta.
    Saludos,

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    1. Son lecturas que se disfrutan pero que pueden no apetecer en cualquier momento, sino cuando una se encuentra con fuerzas para lidiar con tanta intensidad lingúística. A mí también me encanta encontrarme con ellas de vez en cuando, pero en pequeñas dosis, je,je!!
      Saludos.

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  5. Son de esos libros densos que no pueden leerse en cualquier momento, ahora mismo me encuentro en una etapa en que me apetece leer libros solo para evadirme y entretenerme, pero lo tendré en cuenta. Besos.

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    1. Tienes razón, hay momentos en que apetecen otras lecturas. Hay tiempo para todo y todo tiene su momento.
      Saludos.

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