martes, 30 de septiembre de 2014

La luz entre los océanos

Paisajes inabarcables, estupendos personajes y una desgarradora historia. Ese es el magnífico cóctel que nos ofrece esta estupenda novela que me ha sorprendido muy gratamente. La acción de "La luz entre los océanos" de M.L. Stedman se sitúa en la todavía bastante salvaje costa australiana de principios del siglo XX. Una vez finalizada la I Guerra Mundial Tom Sherbourne, como tantos otros jóvenes que fueron enviados a luchar en aquella cruel guerra, regresa a su país cargado de dolor y culpabilidad por no haber caído junto a tantos otros compañeros que perdieron la vida en el campo de batalla. Busca alejarse de toda su vida anterior, olvidar el infierno vivido y el mejor medio que encuentra para ello es solicitar ocupación en algo tan solitario como el servicio de vigilancia de faros de la Commonwealth. Cuando es destinado al remoto faro de la isla de Janus conocerá a Isabel, la hija del director de la escuela de Point Partageuse, el pueblo costero más cercano a la isla de Janus, una chica alegre y resuelta, a pesar de que soporta la oscura sombra que cayó sobre su casa y sobre sus padres con la muerte de sus dos hermanos varones en la gran guerra. Juntos, Tom e Isabel se embarcan rumbo a la isla como recién casados y cargados de ilusión y un intenso amor con el que se ven capaces de afrontar las duras condiciones de vida y la inmensa soledad de su inhóspito lugar de trabajo.

El libro está plagado de preciosas descripciones de la vida en el faro, el autor nos presenta un magnífico escenario protagonizado por un mar infinito, el cielo inmenso, el viento y la soledad. La vida diaria en el faro es una suerte de paraíso alejado del mundo real donde el joven matrimonio se ve capaz de crear todo un universo propio, amarse intensamente y criar a sus hijos en contacto con una naturaleza salvaje y bellísima. Pero tras varios intentos fallidos los hijos no llegan, y por ello el día en que el océano arrastra hasta la isla una barca con el cadáver de un hombre joven junto a un precioso bebé milagrosamente sano y salvo, y a pesar de las reticencias iniciales por parte de Tom, la pareja acaba por acoger a la niña y así Lucy se convierte en esa hija tan ansiada y se cría como una niña plenamente feliz e intensamente amada por sus padres. Pero lo que ellos no pueden controlar es que esa niña tiene una madre en alguna parte, su verdadera madre que sufre por la pérdida de su marido y su hija y que no se resigna a aceptar su destino, que los sigue extrañando y soñando infatigablemente con su regreso. Y esa es una realidad que, aunque Isabel se niegue a sí misma y acabe borrando de su mente, no puede evitar. Y cuando finalmente todo salga a la luz, la historia se volverá desgarradora, viviremos el drama cruel de unos padres que aman profundamente a una hija a la que deben renunciar, el de una madre que es una extraña para su propia hija. Sufriremos, por tanto, por lo cruel del destino de esas dos familias en las que ambas madres se consideran (y de algún modo lo son las dos) la auténtica merecedora de conservar a su lado a esa pobre niña, víctima inocente del amor de esas dos madres.

Esta es una novela que remueve sentimientos por dentro y que no te deja indiferente, obligándote a debatirte en un terrible conflicto moral, sentimental y de justicia en el que es complicado decantarse por ninguno de los dos lados en conflicto. Una novela, en fin, que te hace sentir intensamente, y con eso creo que ya se dice bastante de un libro.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Tiempo de cenizas

Aunque han transcurrido ya tres años desde que leí la anterior novela de Jorge Molist "Prométeme que serás libre" y han pasado ante mis ojos muchas y variadas historias de muchos otros libros, no me ha costado nada retomar la trama de aquella para enganchar directamente con su inmediata continuación, "Tiempo de cenizas". Encontramos nuevamente a Joan Serra, protagonista de la anterior novela, instalado en Roma a la sombra del odiado por muchos Papa español Alejandro VI. Joan es ahora un respetado ciudadano propietario de una próspera librería convertida en referente cultural y lugar de reunión política de los catalani, nombre con el que se conoce a los españoles residentes en Roma y partidarios del Papa Borgia y protegidos por su familia.

La vida y el negocio de Joan se encuentran en constante peligro por las inacabables guerras entre bandos, fundamentalmente entre los Borgia y las familia Orsini y Della Rovere, eternos candidatos al papado, las presiones de los distintos bandos que luchan en territorio italiano por la supremacía de los reyes español, francés, los florentinos...  En medio de tan incierto panorama Joan tratará de cumplir con la promesa que le hizo a su padre de luchar por mantenerse simpre libre, además de colaborar en la transmisión de esa idea de libertad a través de los libros que imprime y vende, pero pronto comprobará que muchas cosas le impiden alcanzar plenamente ese ideal de libertad: sus compromisos con el clan de los catalani, las responsabilidades hacia su familia, hacia su negocio y hacia los reyes de España a los que aún les debe servicios. Joan entiende lo difícil que es que un hombre se pueda considerar plenamente libre, que tome siempre las decisiones que desea y no las que debe tomar.
"Hay cosas que, aunque parezcan absurdas, los seres humanos nos vemos obligados a hacer. Esas son las decisiones que nos hacen libres y esclavos a la vez."
Es esta una magnífica novela histórica trufada de aventuras y escenas de acción donde nos codeamos con el Papa Borgia y su familia, los Sforza, Della Rovere, Orsini, El Gran Capitán de las tropas de Fernando de Aragón, Girolamo Savonarola y tantos otros personajes históricos relevantes. Los escenarios fantásticamente recreados nos introducen con facilidad en el relato: los peligrosos callejones de Roma, los palacios de los poderosos, las naves que batallan en el Mediterráneo, la Barcelona medieval y tantos lugares donde se disputan batallas, se traman conjuras y se dirimen luchas intestinas que riegan de cadáveres las calles. Asistimos junto a nuestro protagonista al fin de la época de los caballeros y el triunfo de la pólvora y las balas en el arte de la guerra, al final de la Edad Media y el despertar del Renacimiento junto sus amigos Miquel Corella, más conocido como Don Michelotto, leal servidor de César Borgia, con Niccoló Macchiaveli, florentino refugiado en Roma huyendo del régimen del fanático Savonarola y defensor de la libertad, al igual que Joan que tendrá siempre presente la amenaza de la Inquisición española, gran enemiga de los libros libres. Así se entremezcla la ficción con las figuras históricas con mucha fluidez, intercalando las tramas personales con los hechos históricos con enorme naturalidad y paseándonos de Roma a Florencia y de Nápoles a Barcelona siempre al hilo de acontecimientos dramáticos que giran, en su mayor parte, en torno a la lucha personal del protagonista de hacer prevalecer la libertad de pensamiento sobre las dictaduras de cualquier tipo.
"En la vida estamos siempre a merced de la Providencia. Desconocemos nuestro destino y es imposible vivir sin riesgo. Sin embargo, sí que podemos vivir conforme a nuestras convicciones."
Una recomendable lectura, por tanto, con numerosos y acertados elementos de novela histórica, de aventuras, intensos personajes, poderosos romances y apasionantes pasajes narrados con fuerza y credibilidad. Una novela con la que disfrutar plenamente inmersos en una época convulsa y apasionante de la Historia. Un disfrute de novela, sin duda alguna.

viernes, 19 de septiembre de 2014

El club de los filósofos asesinos

En "El club de los filósofos asesinos" de Julio Murillo hay un poco de muchas cosas: novela policíaca, novela política, costumbrismo del París del lujo y la ostentación, pero sobre todo muchas reflexiones sobre la sociedad actual, el sistema de justicia, el bien y el mal, lo legal y lo justo, los abusos de poder y la corrupción del sistema a gran escala. 

Henry Gaumont, el protagonista, es un creativo de publicidad que ha perdido en poco tiempo su trabajo y a su esposa y a la vez la confianza en la raza humana. Algo alterado por todos estos acontecimientos, planea su venganza contra todos aquellos que le han fallado y, al propio tiempo, planifica su propio suicidio. Pero el destino le hará reconducir su vida cuando le surge una inesperada y muy atractiva oportunidad laboral. Pronto se verá inmerso en un mundo de lujo y derroche, de mujeres y poder que nunca llegó a imaginar que existiera. Por otra parte, la segunda protagonista de la novela es la inspectora Claire Valéry una concienzuda investigadora criminal de la comisaría de París a la que se le acumula el trabajo al tiempo que trata de desenmascarar desde hace ya años a los miembros de un particular grupo autodenominado el Club de los filósofos asesinos, más conocidos simplemente en los entornos policiales como "El club". Estos justicieros se dedican a asesinar por su cuenta y riesgo a personas a las que cualquiera consideraría verdaderamente merecedoras de tal castigo: asesinos, traficantes, corruptos, pederastas... dejando siempre su sello personal para que se les sean indudablemente adjudicadas dichas ejecuciones. Esta gente aplica una suerte de justicia poética, la ley del talión actualizada que no demuestra más que una absoluta desconfianza hacia el sistema judicial y policial que nos hacen plantearnos muchas cuestiones, pero básicamente una: ¿son justos por impartir justicia o sólo vengadores sin sometimiento a la ley? Tal vez estas personas tiene un objetivo loable, pero el fin no justifica cualquier medio y así lo piensa también la detective Valéry.

Las dos tramas, la de Henry y la de Claire se cruzarán cuando la inspectora investigue un incidente en el que aquel se verá involucrado y posteriormente en una serie de asesinatos en los que, de algún modo aunque sin pretenderlo, Henry tiene mucho que ver. A partir de ahí se complicará la trama para ambos: mientras que la inspectora Valéry trata de hacer su trabajo a pesar de los constantes impedimentos que la plantean desde su propia comisaría, Henry comienza a comprender que está metido de lleno en algo más serio de lo que él pensaba y que los que están tratando de manejar su vida son más poderosos de lo que él pudiera imaginar. Si bien en un primer momento se deja llevar por las circunstancias que parecen ser de lo más favorables a sus propios intereses, cuando se da cuenta de la magnitud real del asunto en el que se encuentra envuelto decide revolverse contra los que lo manipulan y tomar decisiones por su cuenta. Se convierte de ese modo en una especie de héroe contemporáneo, con sus muchas debilidades y dudas morales, pero que al final opta por defender aquello en lo que cree. 

En conclusión, una lectura amena y entretenida con un fondo que deja muchos temas para pensar y si bien está ubicada en la Francia de Sarkozy y son constantes las alusiones a la vida política francesa no por ello deja de plantearnos unos asuntos aplicables a cualquier país europeo, al nuestro sin ir más lejos, presentándonos el amargo panorama en el que la corrupción del poder es un elemento común e inseparable de las democracias occidentales en las que la ética y la moral no son los valores más cotizados precisamente.

jueves, 11 de septiembre de 2014

De vuelta a casa

Mientras leía la que es la primera novela de la escritora norteamericana Julie Kliber, no podía evitar que mi pensamiento volviera de vez en cuando a la magnífica "Criadas y señoras", por la ambientación, por los temas comunes, por el tono de la narración. Pero eso no significa que esta sea una copia de aquella, ni mucho menos, "De vuelta a casa" tiene suficiente peso y una historia digna de ser valorada por sí misma, es una novela que merece que se le dedique un tiempo y que cuenta una hermosa historia que llega fácilmente al corazón.

La estructura de la novela comienza con el esquema de una road movie (¿sería correcto decir road novel? Creo que no existe tal término) en la que las protagonistas, dos mujeres de distinta edad y condición, viajan juntas hacia un funeral. Isabelle McAllister es una distinguida dama sureña próxima a los noventa años que ha superado ya todo a estas alturas de su vida y a pesar de su avanzada edad actúa con lucidez y gran sentido del humor. Sin embargo no se ve con fuerzas de realizar sola el largo viaje que le supone asistir a un funeral en el que la esperan a varios estados de distancia, por lo que pide ayuda a la que hace ya más de diez años es su peluquera pero también su persona de confianza, Dorrie Curtis, una mujer negra de mediana edad que lucha por sacar adelante a sus hijos adolescentes, mantener su negocio, pagar las facturas, soportar a una madre bastante quisquillosa y encontrar, de paso, un hombre con el que merezca la pena compartir su vida. Ambas mujeres conforman una peculiar pareja que atraviesan juntas algunos de los estados más racistas de Norteamérica donde las dos mujeres despiertan la curiosidad y la suspicacia de muchos. Durante su largo viaje por carretera, aparte de hacer crucigramas sin parar, Isabelle irá recordando junto a Dorrie la fascinante historia de su pasado, de su adolescencia en Kentucky en torno a 1940, en una época y un lugar en el que el racismo separaba radicalmente a los blancos de los negros, sometidos a irracionales leyes discriminatorias que no todos estaban dispuestos a aceptar sin discutir. Sin embargo, el amor hace su aparición e Isabelle lo abandonará todo para unirse al hombre al que ama, con el riesgo que ello supondrá para sus propias vidas. En muchos aspectos vemos que en los Estados Unidos existen todavía, después de tantos años, muchas de aquellas barreras con las que se encontró Isabelle y que separan a las dos razas, esa desconfianza mutua hacia los del otro color, las diferencias de oportunidades, los barrios separados, todo eso que parece muy antiguo no ha desaparecido por completo a día de hoy.

Narrada a dos voces, el presente lo vemos desde la perspectiva de Dorrie, angustiada con sus numerosos problemas personales, familiares y en general las tribulaciones propias de una madre soltera en la lucha diaria por sus hijos y por su propia vida sentimental. A la vez, Isabelle nos cuenta su historia personal que en principio parece tan alejada del tiempo y las circunstancias de la de Dorrie que pertenece a otro mundo, pero en el fondo comprobaremos que los problemas y las cuestiones que ocupan y preocupan a las personas no son nunca muy diferentes las unas de las otras: el amor, la familia, las relaciones con los padres, los hijos y el deseo de criarlos amorosamente y al tiempo hacer de ellos adultos responsables y, por fin, encontrar a alguien de quien valga la pena enamorarse y tratar de seguir, en la medida de lo posible, el camino que el corazón nos marque. En eso no hay distinciones de raza ni edad.

La autora logra expresar en su novela sentimientos muy intensos, nos cuenta una historia de amor apasionada sin grandes artificios, con palabras sencillas y certeras, emocionantes y emotivas pero sin sensiblerías ni golpes de efecto; nos arrastra en su relato sin giros inesperados ni grandes sorpresas, pero la fuerza de la novela es la de la propia historia que cuenta, basada, además, en las vivencias de la propia abuela de la escritora, y los personajes se hacen tan entrañables que cuesta llegar al final y despedirse de ellos. Es esta, en fin, una novela sobre el amor y el sacrificio, la familia y la amistad, que aún después de cerrar la última página sigue todavía girando en tu cabeza y acompañándote por algún tiempo.

Termino con una frase extraída del libro que me ha parecido extraordinariamente acertada y no quería dejar de destacar ya que encierra una magnífica fórmula sobre educar a los hijos a base de buen ejemplo y cariño.
   "Solo puedes actuar como querrías que lo hicieran ellos —señaló entonces la señorita Isabelle—. Te verán y luego tomarán sus propias decisiones. Después cruza los dedos y confía en que no se equivoquen. Pero no los vas a decepcionar, Dorrie. No más que cualquier madre imperfecta que ama a sus hijos más que a sí misma."
Que así sea.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Diario de una dama de provincias

A pesar de que siempre he mantenido que no era aficionada al género humorístico, he descubierto que sí que siento cierta debilidad al menos por una variante de dicho género: el humor inglés. Ese estilo sutil, discreto, ajeno al chiste fácil y centrado en la leve aunque acerada ironía y en sacar a la luz las debilidades humanas que se ocultan tras la corrección y la extrema urbanidad, las absurdas costumbres arraigadas fundamentalmente entre la burguesía media y las estrictas diferencias de clase social que permanecen grabadas en el ADN de los ciudadanos británicos. De todo esto hay algo en "Diario de una dama de provincias", la divertida novela de E,M. Delafield, y es que los ingleses son muy dados a eso: a convertir cualquier novela de corte costumbrista en una nada sutil crítica a su propio modo de vida, a su cultura y a su organización social.

Nos encontramos ante el diario de una dama de provincias, como el título bien indica, casada con el administrador de la representante de la nobleza local, madre de dos hijos de corta edad y presente, por obligación, en todos los actos sociales que en la zona se organizan. Vemos a nuestra protagonista realizar auténticos malabares para organizar las tareas del hogar gestionando la bastante mermada economía familiar al tiempo que trata de no ofender al irascible personal doméstico, tan complicado de conseguir y de conservar, la encontramos tratando de cultivar bulbos sin mucho éxito, ponerse al día con las últimas tendencias de la moda que llega de Londres y mantener conversaciones lo más inteligentes e ingeniosas posibles en las más bien desabridas reuniones sociales de la comarca donde todos tratan de aparentar una falsa opulencia que los acerque, al menos a ojos de sus vecinos, a las clases verdaderamente acomodadas. Todo ello en una pequeña localidad rural del sur de Inglaterra a principios de los años 30, con sus lluvias constantes, las calefacciones insuficientes, las viviendas precisando constantes reparaciones pero el orgullo y la imagen pública siempre impecables.

A lo largo de toda la novela y sin que se produzca ningún acontecimiento demasiado extraordinario que obligue a ampliar mucho la extensión de la obra, compartimos con nuestra dama sus siempre absurdas preocupaciones sobre los temas más banales que imaginarse pueda, pero que centran y dan sentido a la vida de esas y de tantas otras damas de provincias más o menos prósperas que pasan sus días entre la organización de acontecimientos benéficos, algún picnic pasado por agua o una breve escapada al sur de Francia que le hace imaginar que ha alcanzado el estatus social de la nobleza. Un entretenimiento que resulta breve pero que se disfruta, aunque sin llegar a ansiar pasar a la siguiente entrega de la misma serie donde parece ser que nuestra dama prospera algo más. Suponemos, visto lo visto, que no va a superar su cortedad de miras por mucho que trepe en la escala social.