miércoles, 25 de julio de 2012

La abadía de los crímenes

La novela que traigo para comentar hoy, de título “La Abadía de los crímenes” del escritor Antonio Gómez Rufo, nos traslada al año 1229. El rey Jaime I de Aragón se dirige con su comitiva hacia el monasterio leridano de San Benito, a donde ha sido convocado con motivo de una serie de muertes violentas acaecidas entre las novicias, asunto que preocupa seriamente al monarca, ya que en caso de no resolverse prontamente el tema, peligran los abundantes ingresos que el monasterio recauda anualmente en virtud de las rentas y donaciones que recibe, fundamentalmente de las familias de las monjas que allí profesan.

Igualmente, hasta el lugar llega Constanza de Jesús, una religiosa navarra de aguda inteligencia que ha sido comisionada personalmente por el rey para llevar a cabo la investigación sobre los truculentos sucesos. Al rey le acompaña su esposa, la reina Leonor, junto con sus damas, si bien la reina se encuentra en un gran estado de tristeza al saber que su matrimonio está acabado ya que el rey ha solicitado al Papa su anulación y sufre con el desinterés que su esposo muestra por ella. Jaime I se encuentra más interesado en continuar reconquistando territorios a los musulmanes que en atender las necesidades de su esposa; así pretende iniciar la conquista de Mallorca para continuar avanzando posteriormente por el Levante. De este modo, la pareja real permanece en el monasterio durante el tiempo que dura la investigación de los asesinatos.

El relato de los hechos de los que se ocupa la novela ocupan tan solo unos pocos días, si bien la narración va recorriendo los sucesos que se refieren a los distintos personajes, va siguiendo las monótonas actividades de la reina y sus damas, la investigación de Constanza acompañada del rey, la vida cotidiana de las monjas, etc. A pesar de ser una novela ambientada en una época histórica con personajes reales, me da la sensación de que tan sólo aprovecha el contexto como escenario del misterio que centra la trama del libro, pero como novela histórica en sí no acaba de convencerme, diría que la narración está demasiado escorada hacia los asuntos románticos de los personajes regios: en mi opinión, el autor se basa en unos cánones de conducta que se ajustan más a la idea actual de romance que a los hábitos que debían imperar en las relaciones matrimoniales entre miembros de la realeza allá por el siglo XIII donde los intereses políticos y estratégicos habitualmente se anteponían a las apetencias amorosas de los esposos.

Igualmente, pondría algún pero al personaje de la monja Constanza, a la cual, a pesar de su condición de religiosa, se la dibuja como una mujer ingeniosa e irónica, bastante ajena a la piedad que su condición le supone, irritada por los abundantes y frecuentes rezos de sus colegas benedictinas, su comportamiento es más propio de un detective de novela negra que de una mujer del siglo XIII consagrada a la vida sacramentada, no me cuadra esa personalidad tan resuelta y esa actitud casi de rechazo a la vida monástica tratándose del personaje que se trata. Y puestos a poner pegas en lo que a rigor histórico se refiere, y considerando que no suelo ser muy meticulosa en cuanto a la precisión de los datos, incluso cuando leo novelas históricas, en las que me interesa más que la narración sea fluida y el tono adecuado a la época que se describe, además de que no poseo los conocimientos suficientes para poner peros a muchos de los hechos que se afirman en este tipo de libros, tengo, sin embargo que hacer notar un dato concreto: ¿Cuándo llegó el chocolate a España? Sin investigar a fondo, sabemos que nunca antes del descubrimiento de América en 1492, por lo que veo harto difícil que en una de las escenas de la novela un personaje se desayune un tazón de tal bebida. No hay que ser muy purista para ver que este hecho es absolutamente anacrónico.

Al margen de estos aspectos que me han chocado, no querría que la imagen general de la novela quede muy dañada, lo cierto es que mis críticas se refieren básicamente a aspectos que no afectan a la historia que se cuenta que sí que resulta atractiva. Diría que, en general, la novela es entretenida, tal vez más como una lectura veraniega bastante amena que como candidata a figurar entre mis novelas históricas favoritas. De hecho, hay que decir a su favor que la trama se vuelve interesante según se va acercando a la resolución del misterio, la investigación de los crímenes sí que resulta entretenida y que el relato va acrecentando el suspense según avanza la narración, que se sigue con curiosidad hasta llegar al esclarecimiento de los abundantes misterios que se ocultan entre los muros del convento. Diría que no es para recomendar vivamente, pero se deja leer.

3 comentarios:

  1. Pues no tiene mala pinta, así que me la dejo apuntada, aunque tardaré en leerla, que tengo muchos pendientes aún esperándome.
    Besotes!!!

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  2. Mucho lo disfruté. Ya hace más de un año que lo leí ya aún lo recuerdo con una viveza...
    Besos,

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  3. A mi me gustó bastante cuando la leí. La disfruté mucho.

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