lunes, 25 de octubre de 2010

Camilla Läckberg y Andrea Camilleri

A primera vista, no existen demasiadas razones que me puedan llevar a aunar en una misma entrada a estos dos autores, ambos especializados en series policíacas (Lackberg casi parece novata con sus escasos diez títulos frente al veterano Camilleri que ya lleva en torno a veinticinco de su particular detective) situadas en los dos casos en pequeñas ciudades costeras, siendo éste, sin duda, el principal punto que tienen en común, si bien es cierto que casi podríamos decir que también es el único ya que son multitud los aspectos que los distancian:

Camilla Lackberg es una joven escritora sueca que ha obtenido gran éxito editorial a través de sus novelas de misterio centradas en una pequeña localidad de la costa oeste de su Suecia natal llamada Fjällbacka (que es, además, la localidad natal de la autora) Sus personajes, liderados por el principal protagonista, el policía Patrik Hedströn, son por lo general jóvenes profesionales preocupados por temas como la pareja, los hijos, las relaciones personales en un lugar donde reina el aislamiento y la falta de vida social ... todo esto en medio del clima extremo propio del país nórdico donde la falta de luz invernal, el frío y las grandes tormentas marcan el ambiente gris y gélido de todas las historias.

Por otra parte, y marchándonos a la otra punta de Europa, en todos los sentidos, nos encontramos, de la mano del viejo Andrea Camilleri (ya cumplidos los 85 años) en la localidad siciliana de Vigata donde el comisario Montalbano trata de resolver los distintos casos que se presentan en su comisaría contando con la ayuda inestimable de una serie de compañeros que se caracterizan, al igual que el protagonista, por mostrar la actitud relajada y despreocupada propia de los habitantes del sur, donde las principales ocupaciones se centran en mantenerse lo más alejado posible de los jefes, disfrutar de una buena mesa y la compañía de los amigos y , en la medida de lo posible, del los placeres amorosos que puedan ir surgiendo, encontrando algún tiempo, a pesar de todo, para ocuparse de sus asuntos profesionales.

Dos actitudes diferentes ante la vida, casi tan distantes en carácter como geográficamente. Así y todo, un hecho une a estas dos novelas que en el momento ocupan mi lectura simultáneamente, "L’età del dubbio" y "Las hijas del frío", coinciden en su arranque con un cadáver descubierto en el mar, uno hallado casualmente por un criador de langostas y el otro aparece dentro de una barca a la deriva, los dos son trasladados al puerto y allí empiezan las pesquisas. Desgracias coincidentes que dan arranque a dos historias que, aún siendo policíacas, tienen tanto interés por la trama puramente de la investigación criminal como por las peripecias vitales de sus personajes. Dos lecturas altamente recomendables.

martes, 19 de octubre de 2010

El test de la página 99

Tal vez esto que cuento ya lo sepa mucha gente, pero yo no lo había oído hasta ahora, incluso es posible que haya algunos que lo hicieran sin saber que se trata de una prueba "pseudo-científica", bueno, tal vez eso sea ya demasiado decir. Lo cierto es que acabo de conocer el Test de la Página 99. No os asustéis, no se trata de un test tipo veinte preguntas con tres respuestas opcionales, suma los puntos al final, ni nada parecido, es algo tan simple como que, si quieres descubrir por adelantado si un libro te va a gustar o no, te leas la página 99 ya que la impresión que recibas de esas líneas será la que te aporte el libro en su totalidad, tan sencillo como eso.

El creador de esta teoría fue Ford Madox Ford, novelista y editor inglés fallecido en 1939 al que no tengo el gusto de conocer (literariamente me refiero, personalmente tampoco, claro) pero que creo que estuvo bastante acertado a la hora de idear esta técnica de primera aproximación a un libro.

Es cierto que, habitualmente, todos cogemos un nuevo libro, en casa o en la librería, no terminamos de decidirnos, lo hojeamos (y lo ojeamos), lo normal es empezar a leer la primera página (algunos incautos leen la última, así a veces se ahorran leer el libro entero) pero, no nos engañemos, no todos los autores tienen la capacidad de atrapar al lector en las primeras líneas, no es normal, o incluso puede ser que un inicio impactante no suponga que luego la novela se mantenga al mismo nivel.

La teoría del test de la página 99 se basa en que a esta altura del libro la trama, los personajes y el estilo de la obra ya están establecidos, la narración es fluída y la historia no está ni en sus preámbulos, ni el la introducción de los hechos y personajes ni en el desenlace, por lo que es la forma más apropiada de acercarnos al estilo y ambiente de la obra.

Yo creo que , sin ser infalible, puede que sea una buena idea a poner en práctica a la hora de acercarnos a un libro desconocido. (Ni que decir tiene que la prueba también vale con la página 98, 97, 100, 101 ... ya imagináis)

lunes, 11 de octubre de 2010

Un árbol crece en Brooklyn

Reconozco que soy una persona atada a una lista de libros por leer: la llevo anotada en mi agenda de mano, la voy actualizando en mi zona personal de Casadellibro.es y en la de Amazon.co.uk (para libros no traducidos al castellano) Cada vez que leo una reseña o veo en algún blog o página de crítica literaria una obra, actual o clásica, no importa, que me parece interesante, abro mi agendita, y en un post-it “churripuerco”, lleno de anotaciones y tachones (los libros logrados, hitos alcanzados y superados) apunto título y autor y ahí se queda esa ilusión de futuro, porque, mientras la realidad no venga a decir lo contrario, todos los libros apuntados en mi lista de futuras lecturas prometen grandes momentos lectores.

Hace algunas semanas terminé una de esas novelas que han pasado una buena temporada en la lista antes de dar con ella y debo confesar que no ha defraudado en absoluto las expectativas tan largamente creadas sobre ella; se trata de Un árbol crece en Brooklyn de Betty Smith. La espera valió la pena, la obra es de un encanto arrollador, de una ternura tan enorme que da pena terminarla. La narración es tan fresca y vívida que parece más una película, en blanco y negro, por supuesto, sobre la vida y andanzas de una imaginativa niña llamada Francie en el barrio de Brooklyn de los años 20. Hay algunos capítulos que podrían considerarse pequeños relatos independientes, historias completas de tan bien situados, narrados y culminados como están.

Los distintos personajes, la madre luchadora que trata de sacar a sus hijos de la miseria a través del estudio, el padre, encantador, guapo y a la vez incapaz de sobrellevar su débil carácter y salir adelante, las tías, a cuál más peculiar... todos son grandes personajes que se nos presentan con sus sueños, afanes y también debilidades en su infructuosa lucha contra el mundo, la pobreza y sus propios demonios. A pesar de todo, Francie es feliz en su paraíso particular, Brooklyn, su amor por los libros y por el estudio centra su vida, mientras es testigo de la vida que discurre en su mísero entorno y, sin embargo, no imagina un sitio mejor para vivir y para soñar con un futuro que, tal vez, pueda algún día ser más brillante que el presente.