martes, 28 de diciembre de 2010

El abanico de seda

Siempre me han gustado las novelas situadas en la China tradicional, de hecho, entre mis lecturas de primera juventud abundaron las obras de Pearl S.Buck y desde entonces han pasado muchas historias de aquel país por mis manos. Así y todo, me sigue impresionando las enormes diferencias entre aquella cultura y la nuestra, las realidades tan distintas de lo que nosotros concebimos como habitual y a la que aquella sociedad ha estado tan habituada. La experiencia del vendado de pies que tanta importancia tenía para las mujeres que deseaban ascender socialmente en la dura sociedad china de siglos anteriores a través de un buen matrimonio se describe en esta novela concreta que ahora comento, El Abanico de Seda, de Lisa See con gran realismo y crudeza.

La historia que se cuenta en primera persona es la vida de Lirio Blanco, hija de una familia de campesinos que ascenderá de categoría gracias a un buen matrimonio y a una relación de laotong (algo así como una amiga íntima oficial) con otra niña, Flor de Nieve, procedente de una familia socialmente superior. Se cuenta la dura vida de las mujeres chinas, recluidas en la habitación del piso alto, reducida su existencia a servir a su propia familia primero y a la familia de su marido después, a obedecer y aceptar la autoridad sin plantearse la razón de nada, limitadas por sus pies deformes a bordar o a escribir sin apenas conocer el mundo exterior perteneciente a los hombres.
Cuando seas niña, obedece a tu padre; cuando seas esposa, obedece a tu esposo; cuando seas viuda, obedece a tu hijo.
El único ámbito exclusivo en el que algunas mujeres se podían expresar libremente es en el de la escritura nu shu, una técnica sólo conocida por las mujeres, distinta a la escritura oficial empleada por los hombres y utilizada para comunicarse entre ellas, reflejar sus costumbres y los aspectos más domésticos de sus vidas.

Los rituales rigen toda su vida: la elección de marido, el matrimonio, los funerales, todo se realiza siguiendo antiguas costumbres donde el único objetivo en la vida es seguir los designios que marcan los espíritus del más allá, alcanzar la protección de un marido y conseguir la dignidad que confiere el hecho de tener hijos varones:
Los hijos varones son la base de la identidad de toda mujer. Son ellos quienes le confieren dignidad, protección y valor económico.
Me ha resultado terrible la relación madres-hijas. Éstas últimas son consideradas en las familias como una desgracia, su único fin es servir y obedecer y ser casadas, con lo que pasan a pertenecer a otra familia en la que seguirán sirviendo y obedeciendo durante toda su vida. No se contempla la posibilidad de que exista un vínculo de afecto entre ellas y sus madres. De hecho, el único símbolo de amor es el que expresa una madre vendando los pies de su hija adecuadamente, garantizándole de ese modo que pueda alcanzar una mejor posición en la vida:
Una verdadera dama debe eliminar la fealdad de su vida. La belleza sólo se consigue a través del dolor. La paz sólo se encuentra a través del sufrimiento. Yo te vendo los pies, pero tú tendrás tu recompensa.
Un mundo de silencio y aceptación de la fatalidad que no sé si habrán logrado superar las mujeres chinas hoy día, cuando en occidente damos por supuestas la igualdad y el respeto de los derechos humanos, la milenaria historia que acarrea aquel país a sus espaldas debe hacer muy difícil superar siglos de costumbres que nos parecen salvajes a nuestros ojos civilizados pero que fueron habituales para tantas personas durante tantos siglos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

El asedio

Me ha gustado mucho la última novela de Arturo Pérez Reverte. El Asedio se desarrolla en Cádiz en torno al año 1811. La ciudad eminentemente marinera lo es más en esta época en que se encuentra sitiada por las tropas francesas por lo que el mar es la única vía posible de comunicación con el exterior. La imagen de Cádiz como reducto de las ideas liberales que se verán plasmadas en la Constitución de 1812 es en parte un personaje más de la historia que conjuga distintos géneros, policiaco, histórico, aventuras, etc.

El centro de las tramas lo configura la resolución de una serie de crímenes que trata de resolver el comisario Rogelio Tizón, personaje oscuro y falto de escrúpulos, muy típico en Pérez Reverte el darle protagonismo a figuras que más bien reúnen los rasgos típicamente adjudicados a los antagonistas en cualquier otra novela. Junto a éste, otros personajes que comparten el protagonismo, cada uno de su propia trama: el capitán Lobo, a mi parecer el más “Revertiano” de todos: un antihéroe, triste hasta el infinito, desilusionado, amargado y duro pero que se convierte, a mi parecer, en la figura más interesante de la obra. Lolita Palma, comerciante avezada, muy alejada del prototipo español de la época en que las mujeres limitaban su vida a la casa, la iglesia y las reuniones sociales, Lolita Palma dirige su empresa naviera y comparte los intereses en los asuntos políticos y las ideas liberales de la época, aunque se debate entre la comprensión de las ansias libertadoras de las colonias americanas y el efecto negativo que ello reportaría a la actividad comercial de la metrópolis española. El artillero francés Desfosseux más interesado en los aspectos técnicos del lanzamiento de obuses que en la finalidad bélica última de estos.

Hay otros personajes, como el salinero y combatiente de tropa Felipe Mojarra y su triste existencia, el teniente Ricardo Maraña compañero de Lobo, o el taxidermista Fumagal, colaboracionista con las tropas francesas, el primo de Lolita Palma, gran vividor ajeno a las penurias causadas por la guerra, Hipólito Barrul compañero de ajedrez de Tizón y admirador de las últimas ideas científicas. Todos ellos son dignos de compartir el protagonismo del libro, son personajes retratados con minuciosidad, a pesar de su papel secundario en las tramas, pero todos aportan una imagen nítida de las distintas capas de la sociedad gaditana de la época.

Creo que Pérez Reverte se ha superado en esta novela, demuestra su pericia como creador de personajes, su conocimiento de la Historia, su riqueza de vocabulario y, sobre todo, vuelca su enorme pasión por el mundo de la navegación en los pasajes que suceden a bordo de las naves, donde describe detalladamente las maniobras y la acción naval. Para mí, Pérez Reverte es al mar y la navegación lo que Delibes al campo y a la caza: un apasionado que vuelca sus conocimientos y maestría en sus novelas, convirtiendo al mar y todo lo que le rodea en un personaje más de sus obras, y lo cierto es que no podía ser de otra manera, tratándose de la ciudad de Cádiz.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La princesa de hielo

Debo confesar que me he enganchado a una serie: no de la tele, sino de novelas. Empezé casi por el final con "Las hijas del frío" que cayó en mis manos un poco por casualidad, no era de esos libros que llevo anotados en mi agenda para hacerme con ellos a la menor oportunidad, pero cuando lo leí me encantó. La ambientación de estas historias policíacas pero sobre todo historias de personajes me parece magnífica y súper atrayente: ese frío clima que me resulta tan ajeno y que me sorprende tanto, ese paisaje nevado y esas casas tan caldeadas en las que la gente se descalza para entrar están tan lejos de mi realidad que, tal vez precisamente por ello, despiertan en mí muchísima curiosidad.


Una vez probada la primera dosis, he decidido continuar con la saga ... empezando por el primer paso, como debe ser: "La princesa de hielo" es el arranque de la serie de novelas de Camilla Lackberg protagonizadas por el detective Patrik Hedströn y su pareja Erika Falk (ya sé que juego con ventaja porque he leído la tercera parte y sé cómo evoluciona la relación, ¿qué le voy a hacer?) Lo cierto es que cada libro puede leerse por separado ya que yo comencé por atrás y así y todo los personajes están perfectamente retratados en cualquiera de ellos. Sin embargo me ha gustado ver cómo empezó la historia, la introducción de los distintos protagonistas me da noticias sobre su origen y el inicio de su relación.


Bien es cierto que hay un personaje concreto, el de Anna, hermana de Erika, que me inquieta particularmente y es que yo ya sé a dónde va a ir dirigida su vida dentro de dos libros, pero eso es culpa mía por no haber seguido el orden riguroso de la serie.


En fin, que ya tengo preparada la siguiente dosis "Fjälbakera" (¡Dios mío! ¿qué diría mi corrector ortográfico ante semejante palabrita?) y estoy dispuesta a ponerme el jersey de cuello vuelto y el gorro de lana y a sumergirme en las heladas aguas de otra apasionante novela de Camilla Lackberg. Ya os contaré.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Ana María Matute

Buena noticia, excelente, la concesión del premio Cervantes a esta gran escritora que es Ana María Matute. Este premio es el más importante de las letras españolas y es plenamente merecido por esta magnífica escritora. Comenzando por su apariencia y la actitud que siempre ha mostrado, su humildad y simpatía personal, su sencillez como persona siempre me ha hecho sentirme atraída por ella como ser humano y luego, además, cuando conoces su obra en la que vuelca su inmensa imaginación en relatos adorables no puedes más que declararte fan incondicional. Es uno de esos casos en los que se piensa: "Si yo puediera ser escritora, querría escribir como Ana María Matute" Algo imposible, sin duda.

Reconozco que he llegado tarde a conocerla como escritora, conozco dos de sus últimas creaciones: Olvidado rey Gudú y Paraíso inhabitado, cada una en su estilo, maravillosas obras literarias. Me alegro de que haya recibido este reconocimiento que hará posible que algunos lectores que tal vez aún no la conocían se acerquen a su obra y queden, seguramente, impresionados. Yo aprovecharé para buscar algo de su creacción anterior que sin duda no me defraudará.

Felicidades.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Leer, leer y leer

Hace algunos días leía en un blog cómo una madre había logrado encontrar veinte minutos al día para leer aprovechando el rato en que esperaba a sus hijos a la salida del colegio. Realmente el asunto me hizo gracia porque yo también he aprovechado ese ratito para avanzar con algún libro, incluso yendo a la puerta del colegio o de la academia de inglés con algo de antelación adrede para poder disfrutar de esos escasos diez minutitos en que sólo me dedico a leer, sin estar pendiente de otras cosas, como me ocurre muchas veces en casa: que si el pequeño tira la tierra de una maceta o la lavadora está a punto de terminar o la mayor me trae un problema de mates que no entiende para que se lo explique... en fin, que si se tiene interés, esos momentos se encuentran. Me hace gracia la gente que, a la pregunta de si leen mucho contestan que no tienen tiempo; creo que no es cierto, si no lees es porque no te gusta mucho, porque tiempo siempre se encuentra: el ratito antes de caer dormido en la cama, la sala de espera del médico donde siempre tenemos asegurada una buena espera, por no hablar de los trayectos diarios en metro que en mi época de estudiante en Madrid disfrutaba tanto con un libro en la mano.Pues eso, que aunque sea de a poquito en poquito, siempre es posible encontrar esos ratitos, aunque sean robados de otras actividades para arañar unos minutitos de lectura en cualquier momento del día.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Guías del Museo del Prado

El pasado fin de semana estuve en Madrid, el sábado era mi cumpleaños y tenía ganas de celebrarlo en plan cultural, por lo que nos fuimos con los niños y una programación bien completa que incluía patearnos Madrid desde el Palacio Real hasta el Museo del Prado, haciendo parada en los iconos más destacados de la capital: Plaza Mayor, Puerta del Sol, Congreso de los Diputados...

Lo cierto es que el día fue estupendo y las visitas resultaron un éxito, teniendo en cuenta que arrastrábamos tres niños de distintas edades y ninguno se quejó demasiado ni de la caminata ni de las visitas realizadas y quedaron encantados de conocer tantas cosas de las que habían oído hablar con anterioridad.

Yo no soy mucho de comprar souvenirs, realmente no me atraen los platos de cerámica tipo "recuerdo de Benidorm" pero lo que sí que suelo traerme de los viajes son libros, generalmente guías de los lugares que visito, libros de fotografía o catálogos de museos o exposiciones. De este viaje me he traído la clásica guía de la visita al Palacio Real de Madrid, que, por cierto, debo decir que me ha gustado mucho y que me ha hecho recapacitar sobre los mucho que nos atraen los palacios europeos y lo poco que conocemos los nuestros (hagan una pequeña encuesta doméstica entre las personas de su entorno y descubran cuántos conocen Buckingham Palace o Versalles y cuántos han visitado el Palacio Real de Madrid o el Escorial o el Alcázar de Segovia; los resultados seguramente serán asombrosos)

Pues, como decía, además de la guía del Palacio, también me traje dos pequeñas guías de visita del Museo del Prado, una dedicada a las 10 obras maestras del Museo y otra monográfica sobre Velázquez. Existen otros títulos pero nos limitamos a estas ya que eran los temas en los que nos habíamos centrado con los niños. Son en realidad mini guías por su tamaño y por su precio (1,00 € en los expendedores situados en distintos pasillos del propio museo) pero por su contenido son grandes obras, ya que están escritas por especialistas, recogen los datos fundamentales de las distintas obras y comentarios sobre autores, épocas y demás. Están editadas por la Fundación Amigos del Museo del Prado y me parece que son de gran valor, a pesar de su pequeño tamaño. Una buena adquisición, sin duda, que nos permitirá refrescar desde casa aquello que vimos en nuesta visita.

viernes, 5 de noviembre de 2010

True Tales of American Life

Me extraño al comprobar que no tengo en este blog ninguna entrada sobre Paul Auster, teniendo en cuenta que es uno de mis autores preferidos. Lo cierto es que hace algún tiempo que no leo nada de él, no sé porqué pero sus últimas obras no me han atraído demasiado. Lo que sí que tengo en proceso de lectura es un libro de relatos en el que Auster aparece como editor y que se titula "True Tales of American Live" (la versión castellana recibió el título de"Creía que mi padre era Dios", nombre extraído de uno de los cuentos que se incluyen en el volumen)

El libro está compuesto por pequeños relatos, en su mayoría de no más de dos páginas de extensión, los más largos creo que no pasan de seis páginas y los más breves ocupan tan solo unas pocas líneas. Es una colección de auténticas joyas breves enviadas por los oyentes de un programa de radio que presentaba el propio Auster, autores anónimos pero que se prestaron a poner por escrito hechos excepcionales que les hubieran ocurrido a lo largo de sus vida y que desearan compartir con el resto de los oyentes. De la selección de los mejores de esos relatos que llegaron por cientos a la emisora surgió este libro.


Decía anteriormente que tengo este libro en proceso de lectura; lo que no he especificado es que este proceso lleva ya varios años en curso. No es que sea demasiado largo ni que me cueste avanzar por él; lo que ocurre es que este es lo que yo llamo un "libro almohadilla": lo tengo siempre en la mesa de noche y echo mano de él cada vez que termino un libro y no me decido por cuál será el siguiente que empezaré; durante un día, o dos, o más, según lo que tarde en centrarme en otra lectura, me sumerjo en de estas historias fascinantes que lo son más aún si creemos en que todas ellas cumplen la premisa que se estableció al solicitar los relatos: que fueran, como el título indica, cuentos reales, hechos vividos por los autores o por alguien muy cercano. Resulta fascinante cómo la realidad muchas veces es más fantástica, emotiva, sorprendente que cualquier ficción creada por un novelista. No sé si las historias fueron de algún modo adaptadas o arregladas antes de ser impresas pero lo cierto es que, cada una en su estilo, es un pequeño tesoro en miniatura, cada una con su gota de humor o de sentimiento o de sorpresa, cada una en su estilo, algunas con final feliz, otras impactante pero casi todas llegan al corazón y llevan a la reflexión.

lunes, 25 de octubre de 2010

Camilla Läckberg y Andrea Camilleri

A primera vista, no existen demasiadas razones que me puedan llevar a aunar en una misma entrada a estos dos autores, ambos especializados en series policíacas (Lackberg casi parece novata con sus escasos diez títulos frente al veterano Camilleri que ya lleva en torno a veinticinco de su particular detective) situadas en los dos casos en pequeñas ciudades costeras, siendo éste, sin duda, el principal punto que tienen en común, si bien es cierto que casi podríamos decir que también es el único ya que son multitud los aspectos que los distancian:

Camilla Lackberg es una joven escritora sueca que ha obtenido gran éxito editorial a través de sus novelas de misterio centradas en una pequeña localidad de la costa oeste de su Suecia natal llamada Fjällbacka (que es, además, la localidad natal de la autora) Sus personajes, liderados por el principal protagonista, el policía Patrik Hedströn, son por lo general jóvenes profesionales preocupados por temas como la pareja, los hijos, las relaciones personales en un lugar donde reina el aislamiento y la falta de vida social ... todo esto en medio del clima extremo propio del país nórdico donde la falta de luz invernal, el frío y las grandes tormentas marcan el ambiente gris y gélido de todas las historias.

Por otra parte, y marchándonos a la otra punta de Europa, en todos los sentidos, nos encontramos, de la mano del viejo Andrea Camilleri (ya cumplidos los 85 años) en la localidad siciliana de Vigata donde el comisario Montalbano trata de resolver los distintos casos que se presentan en su comisaría contando con la ayuda inestimable de una serie de compañeros que se caracterizan, al igual que el protagonista, por mostrar la actitud relajada y despreocupada propia de los habitantes del sur, donde las principales ocupaciones se centran en mantenerse lo más alejado posible de los jefes, disfrutar de una buena mesa y la compañía de los amigos y , en la medida de lo posible, del los placeres amorosos que puedan ir surgiendo, encontrando algún tiempo, a pesar de todo, para ocuparse de sus asuntos profesionales.

Dos actitudes diferentes ante la vida, casi tan distantes en carácter como geográficamente. Así y todo, un hecho une a estas dos novelas que en el momento ocupan mi lectura simultáneamente, "L’età del dubbio" y "Las hijas del frío", coinciden en su arranque con un cadáver descubierto en el mar, uno hallado casualmente por un criador de langostas y el otro aparece dentro de una barca a la deriva, los dos son trasladados al puerto y allí empiezan las pesquisas. Desgracias coincidentes que dan arranque a dos historias que, aún siendo policíacas, tienen tanto interés por la trama puramente de la investigación criminal como por las peripecias vitales de sus personajes. Dos lecturas altamente recomendables.

martes, 19 de octubre de 2010

El test de la página 99

Tal vez esto que cuento ya lo sepa mucha gente, pero yo no lo había oído hasta ahora, incluso es posible que haya algunos que lo hicieran sin saber que se trata de una prueba "pseudo-científica", bueno, tal vez eso sea ya demasiado decir. Lo cierto es que acabo de conocer el Test de la Página 99. No os asustéis, no se trata de un test tipo veinte preguntas con tres respuestas opcionales, suma los puntos al final, ni nada parecido, es algo tan simple como que, si quieres descubrir por adelantado si un libro te va a gustar o no, te leas la página 99 ya que la impresión que recibas de esas líneas será la que te aporte el libro en su totalidad, tan sencillo como eso.

El creador de esta teoría fue Ford Madox Ford, novelista y editor inglés fallecido en 1939 al que no tengo el gusto de conocer (literariamente me refiero, personalmente tampoco, claro) pero que creo que estuvo bastante acertado a la hora de idear esta técnica de primera aproximación a un libro.

Es cierto que, habitualmente, todos cogemos un nuevo libro, en casa o en la librería, no terminamos de decidirnos, lo hojeamos (y lo ojeamos), lo normal es empezar a leer la primera página (algunos incautos leen la última, así a veces se ahorran leer el libro entero) pero, no nos engañemos, no todos los autores tienen la capacidad de atrapar al lector en las primeras líneas, no es normal, o incluso puede ser que un inicio impactante no suponga que luego la novela se mantenga al mismo nivel.

La teoría del test de la página 99 se basa en que a esta altura del libro la trama, los personajes y el estilo de la obra ya están establecidos, la narración es fluída y la historia no está ni en sus preámbulos, ni el la introducción de los hechos y personajes ni en el desenlace, por lo que es la forma más apropiada de acercarnos al estilo y ambiente de la obra.

Yo creo que , sin ser infalible, puede que sea una buena idea a poner en práctica a la hora de acercarnos a un libro desconocido. (Ni que decir tiene que la prueba también vale con la página 98, 97, 100, 101 ... ya imagináis)

lunes, 11 de octubre de 2010

Un árbol crece en Brooklyn

Reconozco que soy una persona atada a una lista de libros por leer: la llevo anotada en mi agenda de mano, la voy actualizando en mi zona personal de Casadellibro.es y en la de Amazon.co.uk (para libros no traducidos al castellano) Cada vez que leo una reseña o veo en algún blog o página de crítica literaria una obra, actual o clásica, no importa, que me parece interesante, abro mi agendita, y en un post-it “churripuerco”, lleno de anotaciones y tachones (los libros logrados, hitos alcanzados y superados) apunto título y autor y ahí se queda esa ilusión de futuro, porque, mientras la realidad no venga a decir lo contrario, todos los libros apuntados en mi lista de futuras lecturas prometen grandes momentos lectores.

Hace algunas semanas terminé una de esas novelas que han pasado una buena temporada en la lista antes de dar con ella y debo confesar que no ha defraudado en absoluto las expectativas tan largamente creadas sobre ella; se trata de Un árbol crece en Brooklyn de Betty Smith. La espera valió la pena, la obra es de un encanto arrollador, de una ternura tan enorme que da pena terminarla. La narración es tan fresca y vívida que parece más una película, en blanco y negro, por supuesto, sobre la vida y andanzas de una imaginativa niña llamada Francie en el barrio de Brooklyn de los años 20. Hay algunos capítulos que podrían considerarse pequeños relatos independientes, historias completas de tan bien situados, narrados y culminados como están.

Los distintos personajes, la madre luchadora que trata de sacar a sus hijos de la miseria a través del estudio, el padre, encantador, guapo y a la vez incapaz de sobrellevar su débil carácter y salir adelante, las tías, a cuál más peculiar... todos son grandes personajes que se nos presentan con sus sueños, afanes y también debilidades en su infructuosa lucha contra el mundo, la pobreza y sus propios demonios. A pesar de todo, Francie es feliz en su paraíso particular, Brooklyn, su amor por los libros y por el estudio centra su vida, mientras es testigo de la vida que discurre en su mísero entorno y, sin embargo, no imagina un sitio mejor para vivir y para soñar con un futuro que, tal vez, pueda algún día ser más brillante que el presente.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Impactada (When will there be good news?)


Es la primera vez que voy a escribir sobre un libro tras haber leído solamente el primer capítulo, pero es que no puedo dejar de expresar lo impactada que me he quedado con las primeras doce páginas de la novela "When will there be good news?" de Kate Atkinson. Es el inicio más fuerte que me he encontrado en mucho tiempo, tal vez se deba a que los protagonistas de la escena que se narra en este capítulo son una madre y sus tres hijos pequeños y tal vez por eso me he sentido de algún modo identificada, aparte de lo inesperado, de lo violento de los hechos que se cuentan, después de ir presentándonos poco a poco a cada uno de ellos de una manera casi divertida, en un entorno que para nada prevemos que pueda ocultar ningún peligro...
Lo cierto es que terminé el capítulo y no pude seguir, me quedé mirando al vacío como diciendo "¿ha ocurrido lo que ha ocurrido?" Volví a leer las últimas páginas (tal vez, al estar en inglés, no me he enterado mal, se me ha pasado algún detalle anterior que me hiciese pensar que una tragedia se avecinaba) nada, ha ocurrido así de pronto y me ha dejado en estado de shock. Y tenía que compartirlo.
Sigo con la lectura, ya contaré.

(Aquí se puede leer el final de este primer capítulo, falta el principio, donde se van conociendo a la madre y las dos niñas y el bebé que bajan de un autobús y se adentran por una senda rural camino de su casa, pero el final está todo) http://www.kateatkinson.co.uk/books/when-will-there-be-good-news/extract.html

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Bat Pat: misterios a la orden

Desde esta primavera, mi hijo de 9 años está "enganchado" a la serie de libros de Bat Pat, un simpático murciélago miedoso que tiene que resolver misteriosos casos como el del Monstruo de las Cloacas o el Mamut Friolero o la Abuela de Tutankamon. En realidad no he leído ninguno de esos títulos personalmente, más allá de haberles echado un ojo para ver si el estilo era adecuado para la edad del lector, pero con ver la cara de concentración de mi hijo cuando se embarca en la lectura de cualquiera de los títulos de la serie, con alguna que otra risa que se le escapa de vez en cuando, sé que son todos apasionantes, tanto que cada vez que termina uno ya está pensando en atacar el siguiente.

La colección creo que va por el número 14 o así, aunque no es estrictamente necesario que se lean en orden, bueno: "hay que empezar por el número 1, que es en el que te presentan a los personajes" (el aficionado a la serie dixit), con lo que tenemos asegurados un par de años de disfrute lector, hasta que la edad y la experiencia nos lleve a otras lecturas y otras colecciones, esperemos que igual de apasionantes.




miércoles, 25 de agosto de 2010

Dime quién soy.

Sé que no es muy correcto comentar uno de los libros de más éxito de este verano y decir que no me ha gustado pero, por más vueltas que le doy, es que no me ha terminado de convencer “Dime quién soy” de Julia Navarro. Podemos matizar un poco: hay cosas que sí me han gustado, y mucho, pero otras que me chirriaban desde el principio y que me lastraban la lectura a lo largo de las más de mil páginas de la novela.

Empezamos por lo que no me ha gustado y así terminaremos con buen sabor de boca. No me convence nada el recurso narrativo de ir descubriendo la historia de la protagonista a través de un narrador externo, un bisnieto, periodista en paro que insiste en que su precaria situación laboral se debe a que se niega a someterse al poder, que se dedica a recorrer incansablemente el mundo, de Londres a Roma, de Barcelona a Méjico y vuelta a Londres y vuelta a Barcelona, y así toda la novela, supuestamente subvencionado, en principio por una tía rica que tiene el capricho de saber qué fue de su abuela y, posteriormente, por unas “misteriosas” ancianas que tampoco reparan en gastos para que el joven reconstruya la historia, culminando esta en una supuesta sorpresa sobre la identidad de una de ellas, que, al menos para mí, era clara y evidente desde la primera página en la que aparece. Además, sus fuentes de información son casi siempre ancianos nonagenarios que convivieron con la protagonista, Amelia, y que , sorprendentemente, conservan una prodigiosa memoria capaz de reconstruir en detalle los hechos de la historia. Sin olvidar el tostón de madre del sufrido periodista que, cada vez que aparece en escena, le repite incansable el sermón sobre que debe encontrar un trabajo estable.

Pero, como también he dicho, la novela tiene una parte buena y es, precisamente el meollo de la narración, la historia que se cuenta, la de Amelia, una joven burguesa madrileña que abandona muy joven a su marido y a su pequeño hijo y recorre la Europa del siglo XX participando en sus principales hechos históricos: la Guerra Civil española, la II guerra mundial, la guerra fría, el Berlín dividido. Las peripecias de la protagonista se cuentan de manera amena, entretenida, con personajes interesantes, el verdadero núcleo de la novela es realmente digna de ser un best-seller veraniego ya que contiene todos los elementos de Historia, aventura, romance y acción, aunque, eso sí, para mi gusto la autora de haberse limitado a contar esa historia, sería suficientemente atractiva y nos habríamos ahorrado un par de cientos de páginas innecesarias.

viernes, 20 de agosto de 2010

Arthur & George


Me ha gustado, me ha sorprendido esta novela de Julian Barnes. Cuenta en paralelo la historia de dos personajes que nada tienen en común: el abogado de origen indio George Edalji y el afamado escritor Arthur Conan Doyle, dos vidas que transcurren sin conexión ninguna a lo largo de los primeros años de siglo XX y que acaban cruzándose cuando el primero solicite la ayuda del creador de Sherlock Holmes para resolver un misterioso caso que lo ha llevado a prisión y en el que no ha podido demostrar su inocencia debido a lo retorcido del asunto y, fundamentalmente, a la multitud de prejuicios que han prevalecido en su contra debido a que sus conciudadanos no dejan de dudar de su condición de verdadero inglés a pesar de su nacimiento, formación y actitud basándose en su origen extranjero y eso es algo que ha afectado a su vida desde su infancia y a lo largo de toda su existencia que él quisiera que fuera apacible, monótona y absolutamente británica. El caso despierta el interés del popular sir Arthur que dedica todas sus energías a resolver el caso como si de algo personal se tratara.

No es una novela de misterio ni policíaca, no es una novela costumbrista ya que ambos personajes son bastante peculiares. Es el relato de dos vidas que podrían no haberse cruzado nunca y que confluyen a pesar de las diferencias entre los personajes: las dudas teológicas de George frente a las creencias de Arthur en las experiencias paranormales del más allá; la anodina y sencilla vida de George frente a la fama generalizada del genial escritor, su relevancia pública y sus aspiraciones políticas; la inexistente vida social de George frente a los asuntos familiares y amorosos de Arthur.

Una novela recomendable, sorprendentemente basada en hechos reales, al menos verídicos, un caso de esos en que la realidad supera la ficción pero, además, está muy bien contada, muy bien construida y con un resultado altamente atractivo.

miércoles, 28 de julio de 2010

Libros para el verano

Estoy de vacaciones en la playa, lo que hace que me encuentre bastante aislada del cíber-mundo “gracias” al pésimo servicio de algunos proveedores de Internet móvil, pero en fin, de todo se sale y tampoco me viene mal ya que así tengo más tiempo para dedicar a la lectura que es para mí la ocupación más destacada del verano. Siempre he aprovechado esta época, con o sin vacaciones (no olvidemos las laaargas tardes veraniegas) para devorar el mayor número posible de libros, lo que este año no va a cambiar, a pesar de tener por casa un nuevo bebé que me quita algo de tiempo.

Lo que debo reconocer es que, a la hora de cargar en la maleta los libros para estas vacaciones, el criterio a seguir no ha sido por temáticas o por autores, épocas o estilos, nada de eso; el criterio ha sido puramente cuestión de volumen, esto es: he ido apartando los libros más largos y voluminosos para esta época, soñando con las largas tardes de estío sosteniendo en mis manos un tocho de 500 páginas en adelante para deleitarme con una larga lectura (esperando que, además de larga, fuera, a ser posible, también placentera)

Pues de esta selección tan poco literaria lo que ha salido ha sido: “Arthur & George” de Julian Barnes (352 páginas, aunque ha entrado en el lote por estar en inglés), “Memorias de un preso” de Mario Conde (672 páginas), “Dime quién soy” de Julia Navarro (1.056 páginas), “La Bodega” de Noah Gordon (384 páginas, ¡uy! no llega, pero es un autor best-seller típico veraniego) “Los libros arden mal” de Manuel Rivas (816 páginas). Algunos ya me los he leído y si encuentro tiempo (y acceso a Internet) los comentaré próximamente. Lo cierto es que todos cumplen la premisa de los libros de verano: ser leídos sin prisa, a la sombrita y acariciados por la brisa (si es preciso, del ventilador), eso sí, nunca jamás a la orilla de la playa a riesgo de ser salpicados por el agua salada, la arena y demás peligros playeros.

Así que me voy a leer otro ratito. Feliz verano a todos y buenas lecturas.

jueves, 17 de junio de 2010

¡Hay que empezar a leer pronto!

Mi pequeñajo ya se siente atraído por la lectura ... aunque no sea alta literatura y aunque por ahora lo único que le interesa sea llevarse las revistas a la boca, por algo se empieza a cogerle el gusto.

Y compruebo que sigue el ejemplo que le dieron sus hermanos mayores.






sábado, 12 de junio de 2010

Cuando las apariencias del título engañan (Salmon fishing in the Yemen)

¿Qué pensaría yo si alguien me recomendara leer una novela sobre la pesca del salmón en Yemen? ¡Glup! Eso realmente suena a un "apasionante" tratado digno de ser publicado en el próximo número de "Jara y Sedal" pero lo cierto es que, una vez más, las recomendaciones de Amazon han hecho caer en mis manos una muy sorprendente novela, ópera prima para más señas, del británico Paul Torday que, con un título tan poco atractivo en principio como "Salmon Fishing in the Yemen" cuenta una divertida historia sobre un visionario jeque árabe, enamorado de la pesca con mosca que practica en su bucólica finca escocesa, que entra en contacto con un aburrido e insulso biólogo marino empleado en una agencia estatal encargada de la protección de los ríos británicos y su fauna, para poner en marcha un proyecto tan absurdo a primera vista como es introducir la pesca del salmón en un rio del desértico Yemen.

Combinando distintos textos como diarios íntimos, actas del Parlamento británico, las entrevistas de una investigación policial, correspondencia postal, e-mails y una biografía no publicada, la historia se va desarrollando a través de distintos puntos de vista, mezclando las complejas relaciones matrimoniales con las operaciones del ejército británico en el oriente medio y configura una historia donde aparecen muchos de los tópicos de aquel país, como la flema inglesa, la frialdad en sus relaciones personales, la imagen de los pescadores capaces de anteponer el bienestar de los salmones a su propia familia... prototipos británicos, al fin, que son retratados con fino humor mediante personajes que van del anodino científico que acaba resultando incluso tierno frente a su fría esposa centrada en su carrera profesional, al ridículo político que antepone los intereses de su cargo a cualquier otra cosa contando, en fin, una historia que, he de reconocer que, a pesar de que no lo imaginara posible dada la temática del libro, ha acabado enganchándome, convirtiéndose, en definitiva, en una muy agradable sorpresa lectora.

martes, 1 de junio de 2010

De Sandor Marai a Ken Follett


Terminé hace unas semanas de leer “La Mujer Justa” de Sandor Marai, un autor que me gusta especialmente, a pesar de no ser de lectura fácil, ya que profundiza con gran intensidad en los pensamientos y sentimientos de sus personajes, lo que se da especialmente en esta novela en la que se cuenta una misma historia a través de sus tres protagonistas que cuentan en forma de monólogo en primera persona los mismos hechos pero pasándolos cada uno de ellos por el tamiz de su propia experiencia, de su particular situación en la vida, en la historia y en la sociedad de la Hungría de principio de siglo, una realidad histórica para mí desconocida (al margen de las obras de Marai que siempre son húngaras) mediante la que descubro una sociedad cargada de tradiciones, cultura y larga historia y que quedó silenciada tras las guerras mundiales.


Marai retrata a los tres personajes, el esposo perteneciente a la antigua nobleza, la esposa burguesa y la amante de procedencia obrera e incide mucho en lo que la clase social de cada uno afecta a su modo de actuar, de pensar y de considerarse a sí mismo reflejando al mismo tiempo cómo la incipiente desaparición de las rígidas barreras entre dichos grupos sociales lleva aparejado que estas personas, en ocasiones, pongan en duda su verdadera identidad al dejar de encontrarse amparados por el marco tradicional en que cada uno vivía y moría dentro de su grupo social, acogiéndose a sus usos y limitaciones o a sus privilegios entendidos como algo inmutable que aportaba la seguridad de sentirse parte de algo perdurable, pero que en ese momento empezaba a dar muestras de no serlo tanto, con lo que esos cambios sociales suponen también cambios en las mentalidades individuales de los personajes.


Las novelas de Marai no son, precisamente, de acción sino de introspección en las mentes y corazones de las personas retratadas, por lo que el haber acometido tras esta lectura, “Un mundo sin fin” de Ken Follet (best seller por excelencia de los que hay que leer por obligación) no ha sido precisamente una decisión afortunada: es como pasar, sin solución de continuidad, de contemplar el fuego de la chimenea en una tarde lluviosa a tirarse en paracaídas desde una avioneta, la mente trataba de permanecer aún en un estado de serena reflexión cuando se la somete a un exceso de actividad, puede que esta sea la razón que me lleva a calificar esta última lectura de “novelón de verano” recomendable únicamente para llenar largas y ociosas tardes de verano en las que no se quiera dar mucho trabajo a la reflexión. Tan sólo me ha planteado una duda: ¿cómo es posible meter tanto sexo en una novela en la que la mayoría de sus personajes son monjas y monjes? Supongo que es un ingrediente imprescindible de cualquier best seller veraniego que se precie de serlo.

martes, 13 de abril de 2010

La hija del ministro

En estos tiempos en que tantas vueltas se le da a la "memoria histórica” de las víctimas del franquismo, me he encontrado con la lectura de un buen libro: “La hija del ministro” de Miguel Aranguren, que resulta, aparte de ameno, bien escrito e interesante al tratarse de un relato histórico (ya he comentado en alguna ocasión mi debilidad por el tema) una visión de la Historia de España desde el punto de vista de otra realidad que también ocurrió en nuestro país, pero de la que no oigo hablar en ningún caso a la hora de reivindicar justicia por las afrentas del pasado, debe ser que no todos tienen el mismo derecho a ejercitar su memoria.
El relato se centra en las peripecias de una familia numerosa en donde el padre es ministro del último gobierno de Alfonso XIII y retrata las vicisitudes de los partidarios de la monarquía que se encontraban en Madrid en el momento de proclamarse la II República y que vivieron aquellos años y los correspondientes a la Guerra Civil en aquella ciudad apoyando al bando que consideraban que haría regresar al rey; los ciudadanos que por ser católicos confesos tuvieron que sufrir humillaciones, torturas y muerte a manos de tribunales populares, que se vieron privados de sus bienes, obligados a ocultarse o a huir abandonando todo lo que tenían por no padecer bajo el gobierno del terror que se impuso en aquellas zonas en las que el gobierno republicano resistió hasta el final de la guerra.
Y no voy a entrar a justificar la postura de aquella parte del ejército que se levantó contra el gobierno elegido por las urnas, no es el tema que me ocupa, sencillamente creo que hubo mucha gente que sufrió en ambos bandos pero que parece que no es igual de importante el sufrimiento de aquellos que padecieron por sus creencias políticas y religiosas, que fueron sometidos por la sinrazón anticlerical y a los que no se les tiene en cuenta en ningún momento para que reclamen su “memoria histórica”, gracias a este libro algo de esa otra memoria queda reivindicada.

viernes, 12 de marzo de 2010

Miguel Delibes

“Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre. Pero por lo que a él afectaba…”

Ha muerto Miguel Delibes, figura inigualable de las letras castellanas.

Esta mañana, en cuanto he escuchado la noticia he ido directamente a mi biblioteca y he rescatado un volumen: “El Camino” en edición de Destinolibro de 1.981. En la primera hoja están escritos mis apellidos (con letra indudablemente infantil) y al lado “82-83”, el curso en que lo leímos: 8º de EGB, con doce años para trece, e inmediatamente me he transportado a mi clase del colegio, por la tarde, las luces del aula encendidas (la lectura siempre era por las tardes) y los cuarenta alumnos en silencio (quizás alguno aprovechara la calma para dormitar una discreta siesta) siguiendo la lectura en voz alta de alguno de nosotros bajo la dirección de nuestro profesor de Lengua, don Juan Porro, que nos decía siempre, antes de leernos un poema o un fragmento de novela (Machado, Sánchez Ferlosio) “Abrid los ojos del cuerpo y del alma” y nos iba abriendo las ventanas al paisaje infinito de la literatura.

Luego, ya por mi cuenta, fueron llegando otras muchas obras de Delibes, no las citaré porque son casi todas, y en cada una de ellas me reencontré con un viejo conocido, porque su estilo impecable, su vocabulario, riquísimo, formaba parte de mi propio mundo desde muy temprano. Me volvía a envolver en cada lectura aquel ambiente cálido de mi aula escolar, aquellos días en que, al abrir los libros vivíamos la historia de Daniel el Mochuelo y Roque el Moñigo, niños pobres en tierras castellanas y por un rato viajábamos sin movernos de nuestras sillas a otras vidas, cada capítulo era una estación de este viaje interminable que supone la lectura para los que tuvimos la suerte de ser iniciados en esta pasión por estupendos maestros que nos subieron a los primeros vagones de la mano de algunas de las más grandes joyas de nuestra Literatura.

Ojalá los niños de ahora tengan la suerte de que alguien ponga en sus manos “El Camino”, de que les abran también a ellos los ojos del cuerpo y del alma al gran autor vallisoletano que se ha ido pero nos deja un legado infinito de personajes, historias y paisajes.

domingo, 14 de febrero de 2010

Dos libros que encontré

Hay ocasiones en que los libros te llegan, no por el camino habitual de ir a la librería (o a internet) y comprarlos, sino por vías indirectas: te lo regalan, te lo prestan, lo robas de la biblioteca (que no digo que sea el caso, ¿vale?) Lo curioso es que me ha ocurrido que dos novelas de la misma autora, Kate Morton, han llegado a mí de este modo anómalo, una detrás de la otra, es decir, ninguna ha sido adquirida mediante los conductos habituales y además la cosa tiene más mérito porque esta autora no ha sido editada en español, o al menos no lo había sido en el momento en que yo leí sus libros.

Conocí de la escritora a través de la página de Amazon donde consulto con mucha frecuencia para encontrar libros ya que me encanta su sistema de recomendación personalizada mediante el cual, una vez que estás registrado y vas añadiendo títulos que tienes, valorándolos, apuntando los que te gustaría leer en base a las críticas de otros lectores, etc, el sistema te va proponiendo nuevos libros basándose en los gustos que has indicado, tus autores favoritos, el estilo de lo último que has comprado o comentado o consultado. Suelo encontrar bastantes obras que en ocasiones no están publicadas en español pero que me han aportado bastantes sorpresas agradable al leerlas ("A quiet belief in angels" de R.J. Ellory, "Notes from an exhibition" de Patrick Gale, "The last lecture" de Randy Pausch o "The road" de Cormac McCarthy) Pues mediante este sistema de recomendación de lecturas anoté en mi lista de libros por leer (lo que se llama "wish list") las dos novelas de Kate Morton: "The House at Riverton" y "The Forgotten Garden", ambas coinciden en contar dos historias en las que el pasado y el presente de los personajes se entremezclan y los cambios de escenario y las historias de las distintas épocas van relatándose en paralelo hasta descubrir al final un secreto que había estado oculto durante años. Me parecían ambas muy atractivas.

La cuestión es que la primera de las novelas la "encontré" hace un par de veranos mientras nos alojábamos en un hotel de la costa portuguesa de El Algarve donde nos repartíamos por igual los clientes españoles (básicamente andaluces) y los británicos; sería por estos últimos por los que en la recepción del hotel estaba instalada la típica (para los anglosajones, al menos) estantería donde los huéspedes pueden dejar las novelas que ya se han leído y tomar a cambio alguna otra de las que allí se encuentran. Lo normal es que los libros no siempre estén en muy buenas condiciones de uso, dado que se pasan la vida entre la piscina y la playa pasando todo el verano de mano en mano, pero lo cierto es que el ejemplar de "The house at Riverton" que me agencié no estaba mal del todo y la historia me encantó al leerla, tal y como había sospechado por los comentarios que había encontrado en el Amazon.

Y transcurridos unos meses, este mismo invierno, la segunda obra de la Morton me estaba esperando en otro lugar, esta vez aún más sorprendente: el mercadillo de segunda mano que se instala en el colegio de mis hijos para obtener fondos para el viaje de estudios. Entre juguetes usados, broches de fieltro hechos por las mamás y muchos libros infantiles, novelas de ciencia ficción o de las que regalan con los periódicos, me encontré ¡oh sorpresa! con "The forgotten garden" en la misma editorial que el anterior y bastante buen estado, ¡no podía dar crédito a mis ojos! me lancé a por él y por 3,00 euros pude disfrutar de otra entretenidísima historia.

¿Es o no es sorprendente cómo ambas novelas me estuvieran esperando en dos lugares poco usuales? para mí ha sido como encontrar, no uno, sino dos tesoros escondidos, y así casi que los he disfrutado más.

viernes, 29 de enero de 2010

Anatomía de un instante


El 23 de febrero de 1981 yo tenía 10 años y me encontraba en mi clase de ballet a la hora en que el Congreso se veía asaltado por unos guardias civiles y se montaba un lío tremendo al que yo, al igual que la mayoría de niños de la época, fuimos bastante ajenos. En esos tiempos no era muy común que los padres comentaran ese tipo de temas con los pequeños de la casa, por lo que en aquel momento lo único que yo tenía claro es que habíamos conseguido tener un día sin cole. Lo que sí que fue extraordinario es que ese día la tele estuvo emitiendo más allá de su horario habitual (muchos no sabrán ni lo que era la carta de ajuste ni lo que suponía tener sólo dos canales para elegir) Recuerdo que en la mañana de 24 el televisor de la cocina estaba encendido mientras desayunábamos, los niños estábamos entusiasmados ante esa magnífica novedad, aunque sospecho que mis padres tenían más interés en seguir al minuto el devenir de la última hora en torno al golpe que en disfrutar de los dibujos animados que acompañaron al Colacao en aquella lejana mañana.

Y ahora, tantos años después me encuentro con un libro (otro más) sobre la efemérides, "Anatomía de un instante" de Javier Cercas, al que no le voy a negar la profundidad del estudio que realiza de las horas en que el Congreso estuvo secuestrado y como va y vuelve en el tiempo a los factores que fraguaron el golpe, los motivos de unos y las posturas de otros, abundando en datos e informaciones muy dignas de tener en cuenta.

Pero no me convence el esfuerzo que hace en dejar en mal lugar la figura de Adolfo Suárez, tanto políticamente como a nivel personal. Si bien casi me molesta más lo primero, ya que en ningún caso me interesa que las personas dedicadas a los asuntos públicos sean auténticos héroes una vez que vuelven a su casa tras un largo día de trabajo, no me molesta que sean ambiciosos (que tampoco es malo) ni que tengan más o menos carisma popular (de poco nos sirven las estrellas glamurosas a la hora de sacar adelante un país) Observo en Cercas una animadversión personal contra Suárez, un interés por descalificarlo constantemente tildándolo de chisgarabís, provinciano y otros tantos epítetos cargados de desprecio hacia su persona.

Suárez ha sido para mí un personaje fundamental en los años de la transición, el artífice de los más grandes cambios sufridos en este país en el menor tiempo posible, el que estaba ahí cuando se legalizaron los partidos políticos, cuando se realizaron las primeras elecciones democráticas y todo lo demás que ocurrió en aquellos años. ¿Es posible que alguno otro lo podría haber hecho mucho mejor, que él no era, ni mucho menos el político más inteligente, el más adecuado, el mejor preparado, el que más había luchado contra el régimen anterior? Es probable que así sea, pero lo cierto es que fue él el que lo hizo, el que estaba allí, al que el Rey eligió para esa tarea y la cumplió con creces. Que su estrella se apagó casi tan velozmente como había ascendido es cierto; que no llegó a ninguna parte con ninguno de los partidos que creó, tal vez porque ni siquiera eran tales partidos, sino grupos de personas de muy distinto origen y obejetivos metidos a políticos con mejor o peor intención de tocar poder y participar en la vida pública, también es verdad; que le hicieron el vacío tan pronto como pudieron y le forzaron a abandonar ese mundo cuando también el electorado se olvidó de él en las siguientes elecciones celebradas. Todo eso es cierto, su final político no fue, ni mucho menos, brillante, pero no podemos negarle su papel, que él fue el que estuvo allí, que él fue el que lo hizo, mejor o peor, pero dió paso a lo que hoy día es la democracia en España y, lo que es innegable, que él permaneció sentado en su escaño mientras el resto se escondía de los tiros y eso, al margen de lo demás, no se lo puede negar nadie.